Inés Arrimadas camina hacia su triste destino

Inés Arrimadas camina hacia su triste destino

miércoles 22 de diciembre de 2021, 19:59h

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Es la primera víctima de la estrategia de Pablo Casado para ir subiendo, peldaño a peldaño, la escalera que debe llevarle a La Moncloa

Si Ciudadanos fuese un partido, que no lo es, rompería de inmediato con el Partido Popular en todas las Administraciones autonómicas y locales en las que gobiernan juntos tras lo sucedido en Castilla y León. Inés Arrimadas no controla a los suyos y no puede obligar al resto de los dirigentes de la formación a hacer lo que deberían hacer.

Abandonada en tierra de nadie por los dirigentes de Ciudadanos -Juan Marín, Begoña Villacís- no puede hacer nada por responder al órdago del presidente castellano-leonés, siempre de acuerdo con la dirección nacional del PP.

Alfonso Fernández Mañueco ha expoulsado a Francisco Igea del gobierno y quiere que los doce escaños que consiguieron los centristas se sumen a los 29 que lograron los populares. Si lo consigue tendrá mayoría absoluta y no tendrá que recurrir a ningún pacto.

Es una meta difícil pero que cuenta con el “colchón” que estará obligado a proporcionarle Vox en caso de que se quede por debajo de los 41 escaños. Todas las encuestas dibujan el mismo escenario: sólo o en compañía, Mañueco va a seguir mandando. De paso, coloca otro peldaño en la escalera que debe llevar a Pablo Casado a La Moncloa. El primero y más importante lo puso Isabel Díaz Ayuso con su victoria en la Comunidad de Madrid. Este sería el segundo, y el esperado de Andalucía sería el tercero. Puede haber hasta un cuarto si el murciano Fernando López Miras se atreve a imitar a sus compañeros.

La destrucción de las ofertas de centro permitieron al PP y también al PSOE llegar al Gobierno. Tras la diáspora de votos producida tras el 15M y la aparición de Podemos y Ciudadanos, los esfuerzos de los dos grandes partidos se central en regresar a la situación de bipartidismo imperfecto que imperó en España durante cuarenta años. Casado y Teodoro García Egea lo tienen muy pensado: sin Ciudadanos en la escena política, abandonados sus dirigentes por los votantes, más de media batalla contra los socialistas y sus aliados estará ganada.

Quedará en pie Vox, pero Santiago Abascal y el resto de sus dirigentes no tendrán más remedio que sumarse para lograr la mayoría necesaria. En febrero en Castilla y León, en la Primavera en Andalucía, con Juan Marín casi obligado a “pasarse” a las filas del PP si quiere sobrevivir; para terminar en la batalla final contra Pedro Sánchez y una izquierda que aún no se ha construído en torno a Yolanda Díaz.

Ese es el cálculo y las intenciones que aparecen desde la madrileña calle Génova. Se ataca a la presidenta Ayuso pero se quiere seguir su modelo sin mover una coma. Las grandes víctimas: Inés Arrimadas y su fiel escudero Edmundo Bal, el hombre que no pudo impedir que en la autonomía madrileña Ciudadanos desapareciera de la Asamblea al quedarse sin escaños.

Un triste destino el suyo cuando, además, los dos mejores asesores para la operación de acoso y derribo sobre sus antiguos siglas son Albert Rivera y Fran Hervías, por no colocar en esa línea a Toni Cantó, Marta Rivera, Sergio Brabezo y Emilio Argüeso. Las explicaciones serán las mismas de siempre pero la única razón es y será el mantenimiento de los sillones y las prebendas que otorga el poder.

Esta historia política está a medio camino de la broma macabra y de la ingenuidad manifiesta. Todo empezó con una moción de censura en Murcia, mal planteada por los dirigentes socialistas -ahora se le culpa al desaparecido Abalos del entuerto- que vieron como la mitad de los dirigentes de Ciudadanos con escaño se “quedaban” con López Miras. Siguió con la convocatoria adelantadas de elecciones en Madrid en una prueba de grandes reflejos de Ayuso y su equipo. Hasta febrero y los imediatos meses siguientes.

Salvo que a Fernández Mañueco no le salgan las cuentas, lo único que habrá cambiado en la Corte de Valladolid serán las caras de los Consejeros en un Gobierno que durará apenas catorce meses, sometiendo a los ciudadanos a dos elecciones en ese mismo periodo de tiempo.

Si gana la victoría acercará a Pablo Casado un poco más al Gobierno del país. Si pierde el presidente nacional del PP tendrá que apuntarse una parte de esa derrota y del cansancio social que producía entre sus votantes. Y será, esa esa la otra gran broma de esta historia, una buena noticia para Isabel Díaz Ayuso en su pelea con la dirección del PP.

Abierto de par en par el calendario electoral y viendo la sucesión de mítines y actos semanales de los dirigentes políticos, con la suma de encuestas que se vierten en los medios de comunicación, puede que Pedro Sánchez lance sobre la mesa el gran órdago: nada de permitir que Casado avance parito a pasito, disolución del Congreso y del Senado y convocatoria de elecciones generales año y medio antes de que se agote la actual Legislatura.

No sería lo más sensato para España que se encuentra en medio del aumento de contagios y de sus efectos sobre la economía, con los Presupuestos Generales sin acabar su tramitación parlamentaria, y teniendo que discutir con la Comisión Europa, con el BCE y con el FMI la llegada de las ayudas monetarias aprobadas y los intereses de los créditos que habrá que pedir para combatir los graves problemas que arrastramos.

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