El viejo rey Juan Carlos en una lancha en Sanxenxo. Pasaron los tiempos del Fortuna.
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El viejo rey Juan Carlos en una lancha en Sanxenxo. Pasaron los tiempos del Fortuna.

Políticos y empresarios en el Titanic español: Sálvese quien pueda

viernes 24 de julio de 2020, 21:16h

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La pandemia ha sacado a la luz una macro crisis del sistema que hace que cada político o empresario vaya a lo suyo sin ningún otro objetivo o futuro, incluido el rey Felipe VI dispuesto a eechar a su padre de la Zarzeula si con eso él se salva.
La casta política ha perdido todo sentido de la ideología y los empresarios no conocen más capitalismo que el de sus bolsillos mientras jueces, responsables de los grandes medios de comunicación y hasta jefes del CNI, la Policía o los Ejércitos, viven en un sin vivir intentando sobrevivir en la macro crisis que no es solo la del virus, sino la del todo el sistema. Si un observador imparcial leyera las noticias políticas, económicas y sanitarias que se suceden en España no podría llegar a ninguna otra conclusión de que aquí todo el mundo-me refiero a los mandamases políticos o económicos- va por libre, que cada uno solo atiende a sus necesidades y que las ideologías han saltado por los aires coincidiendo con la crisis del coronavirus, pero que ya se veía venir desde mucho antes.

Lo que le está ocurriendo el Rey Juan Carlos, en otros tiempos intocable, es un resumen de ese titanic que se va hundiendo va sumergiendo a empresas, personalidades y allegados, hasta el extremo de que nadie sabe ya quien está al mando del timón.

Los ejemplos son muchos y clarificadores. Pedro Sánchez vuelve de Europa con 140.000 millones, mitad a fondo perdido y mitad en créditos a devolver, pero solo le aplauden sus ministros incluidos los “antieuropeístas” de Podemos. Lo que para unos supone cubrir algo más del 11% de nuestro producto Interior Bruto para el Banco de España solo supone cubrir el 10% de lo que España necesita hasta 2026. Da igual, Sánchez va a lo suyo, a mantenerse en el poder por lo menos hasta esa fecha.

Podemos ha desaparecido de Galicia y ha recibido una dura rebaja en el País Vasco, pero eso no parece afectar a Pablo Iglesias que piensa más en su futuro como vicepresidente de Sánchez que como dirigente de una formación que empezó siendo la heredera del 15-M (anticasta política, anti europeísta, anticapitalista) y que ha terminado convirtiéndose en casta, apoyando las ayudas europeas capitalistas y aprobando la macro urbanización de la Operación Chamartín, aunque ahora le echen la culpa a los de Mas Madrid y a Manuela Carmena. Iglesias a lo suyo.

Pablo Casado ha sufrido, una y otra vez, desastres electorales que indican bien a las claras o que no tiene el carisma necesuario para que le voten o que su política derechista que dirigen Teodoro García Egea y Cayetana Alvarez de Toledo no tiene adeptos y los que están en esa onda prefieren votar a Vox. Si su gurú, como dicen, es José María Aznar, bien haría en despedirlo si es que se atreve. Al final lo único que le importa a Casado, como a los demás, es mantenerse al frente del PP “manque pierda”. No le va mejor a Santiago Abascal que, como le ocurrió a Podemos, entró con fuerza en el Congreso, creyendo que a partir de ese momento todo iba a ser miel sobre hojuelas. Los gallegos ni le han votado a pesar de haber sacado a su abuela lucense que le dijo que tenía más sangre gallega que Feijóo. Ahí es nada. Solo la diputada conseguida en el País Vasco le ha salvado del desastre electoral. Si a Voz le quita el mito de España se queda en nada.

Y no digamos de Inés Arrimadas o sus confluencias en Madrid, David Aguado y Begoña Villacís, que hace todo lo que puede para mantenerse a flote aunque para ello tenga que echar por la borda todo el bagaje ideológico que le había colocado Albert Rivera, otro que se lo jugó todo a una carta y perdió. Si hubiera ganado hubiera sido otro césar de la vida política española. Ahora su sucesora tiene que remar todos los días para mantenerse en el poder que es lo único que importa, ser cabeza de ratón mejor que cola de león.

Tiempos aquellos en que Felipe González y José María Aznar metían en la cárcel a un banquero Mario Conde simplemente porque quería ser el Berlusconi español.

Y eso en la política porque en la economía -lo mismo que en la Justicia, los medios de comunicación, la Policía o el Ejército, por citar a los poderes fácticos más conocidos- la situación es la misma. Si Florentino Pérez va a lo suyo -mucho más después de ganar la Liga el Real Madrid- Ignacio Sánchez Galán -que acaba de fichar al ex CNI Félix Sanz Roldán- no le va a la zaga, lo mismo que a los otros presidentes de las grandes empresas españolas. Tiempos aquellos en que Emilio Botín en la banca, o Rafael del Pino y la Koplowitz en la construcción, o César Alierta en las telecomunicaciones mandaban para repartirse de acuerdo con el gobierno de turno los presupuestos de inversiones del Estado. Ahora sus sucesores tienen que acudir a la subasta de turno a esperar su suerte.
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