Los estrategas del Partido Popular se han vuelto a equivocar en su intento de golpear políticamente al presidente del Gobierno en todo momento y lugar, y con todos losn”materiales” que puedan usarse para conseguir que el habitante de Moncloa se derrumbe. Alejo Miranda de Larra hizo lo que le habían pedido que hiciera, acorralar al presidente del Gobierno en el Senado a base de preguntas y más preguntas, como si estuviera en una comisaria y él fuera el policia encargado de someter al detenido a una lluvia de acusaciones hasta que se derrumbara. Don Alejo se equivocó en el fondo, en la forma y en su propio gesto ante las cámaras. Un desastre del que se aprovechó el “acusado” Pedro Sánchez para salir indemne de la trampa que le habían preparado en el PP aprovechando su mayoría absoluta en esa Cámara política, que de nuevo demuestra que no sirve para nada importante. Otra ocasión perdida, que el propio José María Aznar se encargó, por la tarde, de recordar sin herir demasiado.
El interrogador popular llegó con una ametralladora cuando lo que se requería era un fino estilete. Disparar y disparar preguntas, Insinuaciones, afirmaciones sin contrastar, titulares de medio de comunicación; y todo ello adornado con una pequeña sonrisa y un tono que buscaba el sarcasmo donde no habñia lugar para nada más que la charlotada gruesa. No es que el resto de intervinientes cumplieron con su pretendida labor de descubrir y sacar a la luz la pretendida financiación ilegal del PSOE y los escándalos que le rodean, que no lo hicieron, pero el plato final de esa pantagruélica y bufa comida de cinco horas estaba preparado para el lucimiento del agresivo representante del Partido Popular. 
Miranda de Larra salió a escena como si estuviera en el coso de Las Ventas y Pedro Sánchez fuese un burel de afilados cuernos. No llegó a la faena de muerte, ya en el capote el astado se marchó al centro del ruedo o se acostó en tablas y le empezó a hacer guiños (sonrisas) dánndole a entender que el estoque que tenía en sus manos era el de madera.
 Nueva ocasión perdida por parte de la oposición, sobre todo del único partido que puede llegar a gobernar si cae el PSOE en la siguiente cita electoral. No era el día para ese festejo político tras el penoso espectáculo que se dió en el Museo de las Ciencias y las Artes de Valencia con el Memorial por las víctimas de la Dana. Quedó en mal lugar el Rey Felipe, con esa lectura de un texto que parecía un glosario de banalidades cuando lo que necesitaban las víctimas y sus familias era un mensaje lanzado desde la Jefatura del Estado que acelerara las ayudas para reconstruir un futuro. Justo lo contrario de lo que está pasando.
Basta con ver el estado de las obras en el barranco del Poyo y los largos trámite burocráticos en los que se enredan aquellos que han perdido todo. Se salvo, con su silencio y sus gestos durante todo el acto - al que también le sobró la música escogida - la Reina. El rostro de Letizia era un mapa de dolor, que se unía al de todos los vecinos que asistían a un desfile de soberbias políticas: las que acompañaron al presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, el hombre al que el miedo personal impide cambiar su posición y que alarga el sufrimiento de los demás para ocultar el suyo propio, muy distinto, como es distinta la verdad de lo que pasó en esas cinco horas en las que se ocultó detrás de una periodista, a la que, en alguna de las versiones que nos han dado, le iba a proponer que se encargara de la dirección de la televisión valenciana. Veremos el lunes que dice la afectada ante la jueza que la interrogará.
Carlos Mazón ha entrado en un periodo de reflexión, lo mismo mque hizo Pedro Sánchez, al inicio de las acusaciones contra su esposa. El presidente del gobierno central se quedó por su “sentido de la responsabilidad”; el presidente de la Generalitat, por ese mismo “sentido de la responsabilidad” debería dimitir y dejar que fuera otra persona de su partido la que terminara la Legislatura, tras un renovado pacto con Vox. Disolver el Parlament y convocar elecciones no parece que se lo vaya a permitir Núñez Feijóo en estos momentos. Con las batallas electorales de Extremadura, Castillla y León y Andalucía tiene bastante para los próximos ocho meses.