La crisis ha penalizado a las familias que invirtieron en viviendas

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La crisis ha penalizado a las familias que invirtieron en viviendas

La crisis provocada por la burbuja inmobiliaria y la consiguiente caída de los precios de las viviendas, que ha hecho perder poder económico a las familias españolas debería provocar, como ya ha ocurrido en Japón durante sus años de crisis, que el dinero del ahorro se invierta cada vez más en productos financieros. Si a eso añadimos el deterioro de las pensiones públicas y los incentivos fiscales que seguramente se darán a los fondos de pensiones privados, sería lógico que el dinero que antes iba a la vivienda se desvíe hacía estos productos.

El nivel alcanzado por la riqueza financiera de los hogares varía mucho entre los países. Japón, donde los precios inmobiliarios se han mantenido estancados durante un largo periodo, es el país dónde más activos financieros acumulan las familias, 350% de su renta disponible. Por el contrario España presenta el menor nivel de activos financieros acumulados, poco más del 100% de la renta disponible, en línea con la rápida expansión del mercado inmobiliario. La parte financiera de la riqueza de los hogares se puede acumular en distintos tipos de activos, con distintas rentabilidades, distinta exposición al riesgo y distinta fiscalidad. En general. los hogares pueden invertir en: • Depósitos. En cualquiera de sus modalidades los depósitos son el instrumento tradicional del ahorro financiero de las familias. Lo más importante de ellos es la velocidad con la que se transforman en líquidos y las posibilidades de transaccionalidad que con ellos tienen los hogares. • Emisiones de deuda, tanto de empresas privadas como de instituciones públicas a corto y largo plazo. La deuda pública se suele considerar un activo con un nivel ajustado de rentabilidad pero con mayores garantías, aunque a raíz de la crisis financiera su remuneración ha tendido a incrementarse. • Acciones y participaciones en fondos de inversión. El hogar con este tipo de productos, asume mayores riesgos, ya que su remuneración depende en su mayoría– salvo en los fondos de inversión garantizados a una determinada fecha de vencimiento- de las cotizaciones en los mercados. • Planes de pensiones y seguros. En este caso, la inversión en este tipo de activos depende de la rentabilidad que obtengan sus gestores privados (en comparación con los públicos, que pueden quererse complementar), y de la fiscalidad de los mismos. Si se analizan los últimos datos disponibles, en un primer grupo de países formado por Grecia, España e Irlanda los depósitos tienen un gran peso. Este último país también presenta un importante porcentaje de los activos invertidos en fondos de pensiones y seguros (39%), por ser un centro internacional del sector. No obstante, como se observa en los gráfico, la proporción de la riqueza financiera de los hogares destinada a depósitos ha aumentado para todos los países a partir de 2007. Por su parte, el tamaño de la dotación pública se puede evaluar como la parte pública de la tasa de sustitución de los salarios. Así, se observa que países donde la tasa de sustitución pública es más elevada, los hogares proporción de los activos financieros en planes de pensiones y seguros. Dados los problemas de sostenibilidad de los planes de pensiones públicos que el envejecimiento está causando en muchos países desarrollados, parece probable que en el futuro la fiscalidad apoye crecientemente la  constitución de planes de pensiones privados, sesgando así la riqueza de los hogares. En el contexto de la crisis financiera actual, es de esperar que la riqueza siga moderándose y sesgándose hacia productos considerados más seguros, como los depósitos a plazo, hasta que no se recuperen de forma sostenida las rentabilidades de los productos financieros o los precios de la vivienda y disminuya la incertidumbre actual. Factores adicionales , que no se pueden predecir con exactitud, como la fiscalidad de los diferentes productos de ahorro pueden sesgar también las preferencias de los hogares, generalmente hacia los planes de pensiones privados en detrimento de la vivienda, cuyo mercado tardará en recuperarse en muchos países desarrollados. En definitiva, los hogares de los países desarrollados son muy heterogéneos: en cuanto a la riqueza que acumulan, en cuanto al tipo de activos, financieros o no financieros, en que se plasma y en cuanto a los productos financieros que eligen. La crisis ha penalizado especialmente a aquellos hogares que acumularon su riqueza en activos no financieros, como la vivienda., y ha beneficiado especialmente a algunos activos financieros considerados más seguros, como los depósitos.

Los efectos de más largo plazo que la crisis financiera tendrá en las finanzas de los hogares aún están por descubrir ya que tampoco en la actualidad valores como los de la bolsa o las inversiones a largo plazo dan mucha seguridad a las familias que prefieren tener sus ahorros a mano y en rentabilidades cortas pero seguras.

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