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Ayer Irak, hoy Libia, mañana... la misma gran mentira

Ayer Irak, hoy Libia, mañana... la misma gran mentira

Por Raúl Heras

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Siete años después de la invasión de Irak por parte de las tropas de la coalición comandada por Estados Unidos y de las imágenes en color verde de los bombardeos sobre las ciudades, volvemos a ver las mismas imágenes sobre las ciudades libias. Siete años después de haber lanzado una ofensiva contra Sadam Hussein y su régimen con la excusa de que tenía en su poder armas de destrucción masiva que amenazaban a Occidente, las armas nunca han aparecido, Sadam Hussein ha sido ahorcado, el país vive una guerra civil y religiosa encubierta con muertos y muertos que se suman a una lista que sobrepasa el millón de personas pese a que ya no aparezcan en las primera páginas de los medios de comunicación. Ahora ha comenzado la sangrienta cuenta en Libia con parecida excusa: Muhamar Gadafi es un peligro para Occidente y para su propio pueblo. Otra guerra civil en la que nos quieren hacer creer que tenemos la obligación de intervenir para salvaguardar vidas humanas de allí y nuestra propia seguridad de aquí. La primera, la de 2003, se ha demostrado que era una gran mentira. La segunda, la que acaba de comenzar es y será otra gran mentira. Ya que hablamos de grandes mentiras y grandes fracasos de la Comunidad internacional y de grandes beneficios para unos pocos, coloquemos también en el tablero a Afganistán, el país en el que había que intervenir para desalojar del poder a unos talibanes que protegían a Al Qaeda y a su líder, Osama Bin Laden, que acababa de atacar a Estados Unidos en su propio territorio derribando las torres gemelas de Nueva York y al propio Pentágono con aviones tripulados por suicidas. Era octubre de 2001 y diez años más tarde la guerra en ese país continúa, el bloque de países aliados ya se plantea una retirada escalonada, y ya se sabe que en el mismo momento en que las tropas de Occidente abandonen Afganistán los talibanes volverán al poder. Y Al Qaeda sigue actuando y Osama Bin Laden sigue vivo y en paradero desconocido. De las muchas preguntas que caben hacerse, deben hacerse, y que los ciudadanos de Europa y de España deberíamos hacernos ante la contestación de que nuestros gobiernos nos mienten día tras día, y que cambian de actitud ante los mismos personajes en apenas unos meses, pasando de socios energéticos y financieros a villanos internacionales sin que se les caiga la cara de vergüenza ya se llamen Berlusconi, Sarkozy, Merkel o Zapatero, hay una básica, primaria: ¿la crisis que padecemos es fruto de las guerras en Irak y Afganistán (por poner dos ejemplos en los que Estados Unidos se ha gastado ya cuatro billones de dólares) o esas guerras eran el inicio de una crisis que estaba escrita por los desajustes comerciales y financieros a nivel mundial y los cambios de liderazgos que se anunciaban al iniciarse la década de los noventa en el siglo pasado?.

La revolución islámica Desde que se desató la llamada revolución islámica en Túnez, con la caída del dictador Ben Alí, y su posterior contagio al Egipto de Hosni Mubarak, nos han estado "vendiendo" desde la información oficial de los distintos gobiernos occidentales que las revueltas que derrocaban gobiernos casi sin violencia eran la consecuencia natural de los deseos de una juventud sin futuro, que se unían de forma voluntaria y caótica en torno a los foros sociales de internet, y que con la tolerancia y pasividad de la policía y del ejército de esos países conseguían derrocar a los tiranos. Unos argumentos que no resisten el más pequeño de los análisis y que se han visto anulados, hasta ahora, por lo que ha pasado y está pasando en Argelia, en Arabia Saudí, en Yemen y en Sudan, por no ampliar la lista a los veinte estados que conforman lo que se conoce geopolíticamente por Oriente Medio y el Magreb. Unos términos que si queremos comprenderlos en su totalidad sociológica y religiosa habría que extenderlos hasta el mismísimo Afganistán. Que unos regímenes dictatoriales, que basan su poder en la coacción y la violencia, y que tienen en la policía y en el ejército sus mejores armas desaparezcan por la salida a la calle de miles de jóvenes, sin que intervengan más fuerzas políticas y económicas, internas y externas, es otra de esas grandes mentiras que aspiran a convertirse en verdades oficiales y asumidas por la sociedad a fuerza de repetirlas. Habrá que esperar y ver en qué desemboca el futuro régimen político tunecino y a qué conducen las recientes elecciones en Egipto. Con preguntas claves que hoy no tienen contestación: ¿ Qué tipo de sociedad islamista surge en esos dos países?, ¿es o no posible una democracia de tipo occidental tal y como la conocemos en un mundo en el que la religión y sus dogmas impregna todas y cada una de las relaciones sociales?, ¿va a apoyar, alentar y ayudar Occidente, de la misma manera que lo ha hecho e incluso está haciendo en Libia, movimientos similares en países feudales como Arabia Saudi, Kuwait, Emiratos Arabes Unidos...con todas sus reservas de petróleo y gas?, ¿lo hará en otros países islámicos más pobres pero también estratégicos como Yemen, Sudán, Somalia, Marruecos... Hasta esos veinte nombres que vienen conformando lo que desde 1945 se conoce como Oriente Medio Y Magreb? Por si a alguien le interesa comprobar que lo que está pasando y las preguntas que desata tiene una antigüedad de más de cien años puede irse a los artículos y análisis que un norteamericano como Alfred Taylor Mahan y un inglés como Ignatius Valentine Chirol hicieron en 1902 y 1903, muchos de los cuales fueron publicados en el el diario The Times de la época. Han sido parte importante de la materia de la que se han servido los gobiernos norteamericanos y británicos a lo largo de un siglo como potencias imperiales y con grandes intereses en esa región que tiene al Golfo Pérsico y al Canal de Suez como espina dorsal de su economía y su política.

La división del islam Si el cristianismo sufrió su gran revolución moderna con la división entre católicos y protestantes o, por decirlo en términos políticos, entre aquellos que deseaban mantener el centralismo autoritario del Vaticano como eje de poder del mundo occidental, (como una teocracia que quería controlar todas las actividades de la sociedad), y aquellos que aspiraban a democratizar y dividir ese poder por más que cayeran en muchos de los vicios y defectos de aquellos a los que querían combatir, con las inevitables guerras civiles que conllevaron; el islamismo viene teniéndolo fundamentalmente entre chiítas y sunnies y su distinta concepción y lectura del Corán y sus enseñanzas sociales. A esa revolución en las ideas básicas para establecer normas sociales hay que sumar las otras revoluciones que se producen al mismo tiempo por los cambios económicos, los modelos de producción, los progresos tecnológicos y todo aquello y esto que Ortega y Gasset denominaba "circunstancias". En la existencia misma de Al Qaeda y en el ideario de su líder Osama Bin Laden se encuentra esa diferencia entre chiítas y sunníes, entre la oligarquía (con monarca incluido pero sujeto a los pactos de las ramas de su propia familia si no quiere verse destronado por la conjura palaciega de turno) que gobierna Arabia Saudí y los deseos del llamado líder terrorista, al que crearon y apoyaron los Estados Unidos para desgastar a la antigua URSS y la actual Rusia en Afganistán. Y esa división es la está marcando y va a marcar el futuro de Irak cuando desaparezca de forma definitiva la presencia de tropas extranjeras en su territorio. Sadam Hussein cumplía el papel de "tirano amigo", de controlador del territorio frente a Iran, por un lado, frente a los kurdos que amenazan de forma permanente a Turquía, por otro, que equilibraba el poderío de Siria, y que servía para amedrentar a las monarquías feudales de esa zona.asta que se dejó seducir y engañar por los que creía "amigos" e invadió Kuwait. Pasó a ser un apestado, un peligro y un estorbo. Y una víctima fácil para desatar una crisis mundial y sacar de sus problemas a una economía en crisis y a unas cuantas empresas en riesgos de desaparición pero con muchos y muy poderosos amigos en el aparato de poder de Washington. Combinar esa revolución teológica, con las social, económica y política en un mundo en el que las fronteras de comunicación y control han desaparecido, en el que la competencia de los mercados de todo tipo está produciendo cambios a una enorme velocidad, no es nada fácil. vemos que potencias consolidadas como China se permite vivir sin democracia política pero asumiendo las tesis económicas del liberalismo, y al mismo tiempo convertirse en el principal acreedor e inversor de su gran rival a todos los niveles, como es Estados Unidos. Vemos cada día como miles de chinos se instalan en nuestras ciudades convertidos en las puntas de lanza comerciales de sus productos, provocando un profundo cambio en las estructuras y modelos del pequeño comercio. Y vemos como desde hace cincuenta años, desde el fin de la llamada II Guerra Mundial, el islamismo se ha instalado en toda Europa sin que sus seguidores se hayan integrado en nuestra cultura, y tengan aún pendiente su propia revolución del pensamiento.

Materias primas y petróleo En un mundo en el que la población avanza a ritmos geométricos por el control de las enfermedades y las mayores cotas de bienestar de muchos países que eran considerados del "Tercer Mundo", el control de las materias primas es fundamental. Materias primas que van desde las que producen energía, como el petróleo, el gas o el carbón; a aquellas que van de forma directa a los alimentos, o las que sirven para nuevos materiales en todos los sectores de la producción. En Oriente Medio lo que está en juego es la energía y su derivada inmediata, la distribución, el transporte de la misma a los lugares de transformación y consumo, en la que aparecen las grandes compañías multinacionales. Con otro aspecto importante: la acumulación de capitales en manos de muy pocos en los lugares de extracción de los recursos que necesitan ser invertidos, y son invertidos fundamentalmente, en los lugares de consumo final de los productos a los que sirven de base. Pongamos en este último asunto dos ejemplos muy claros para los españoles: el Kuwait de los años ochenta con Javier de la Rosa como abanderado; y el Qatar de hoy con Ignacio Sánchez Galán como adalid de sus inversiones. En los dos casos los llamados petrodólares fueron alentados y muy bienvenidos por los gobiernos de turno, y entraron de lleno en las grandes guerras empresariales de cada época. Curiosamente, en ambos escenarios, el partido en el poder era el PSOE. En una web que recomiendo: [email protected] me he encontrado con un largo artículo o estudio que firma Martín Durán bajo el título de "Geopolítica del petróleo y el gas" que es francamente bueno, práctico, claro y útil para todo aquel que quiera ir más allá de lo que se publica en los medios de comunicación bajo las imágenes de aviones, bombas y mandatarios haciendo grandes declaraciones en pro de la libertad de ciudadanos, a los que no conocen, y a los que hace pocos meses dejaban a su suerte sin importarles lo más mínimo la condición de dictadores de aquellos a los que sonreían, estrechaban sus manos, pedían sus dineros y vendían sus armas. De ese artículo he extraído un cuadro que permite sacar de forma inmediata unas conclusiones claras y firmes sobre lo que está pasando y lo que va a pasar en el inmediato futuro:

Reservas, producción y consumo de petróleo por grandes áreas zona reservas producción consumo America del Norte 5,1 17,3 29,8 America del Sur 8,5 8,8 5,9 Europa 2,2 7,1 19,44 Rusia 10,1 14,5 4,6 Africa 9,4 11,4 3,3 Oriente Medio 61,7 30,7 7,5 Asia-Pacífico 3,5 9,8 28,9 Vemos que Estados Unidos, Canada y Méjico, pero sobre todo Estados Unidos consume más del doble de lo que produce y que sus reservas de futuro apenas son una sexta parte de ese mismo consumo. Peor lo tiene dentro del gran marco de Asia-Pacífico el hoy castigado Japón, que puede representar los datos del cuadro, con un consumo que triplica la producción y que multiplica por nueve la cifra de reservas. En el lado contrario están justamente los países de Oriente Medio, con Arabia Saudí y Kuwait a la cabeza: producen el treinta por ciento, consumen una cuarta parte de esa producción y cuentan con más del sesenta por ciento de las reservas del mundo. Los desequilibrios son manifiestos, a los que habría que sumar los que se traducen en el ámbito de las compañías que extraen, transportan, transforman y venden los productos derivados del petróleo y a dónde van a parar los beneficios y rentas que producen. ¿Quién lo tiene mejor a corto y medio plazo?, ¿quién está mejor equilibrado en cuanto a las tres variables a fecha de hoy? La respuesta es fácil: Rusia. Consume menos de lo que produce y sus reservas son del doble de lo que está gastando. Tiene un buen margen para crecer con sus propios recursos. Sus problemas, como se demostró con su presencia y deseo de control en Afganistán o como aparecen hoy en Ucrania y en alguno de los países que antes pertenecían al área de influencia de la desaparecida Unión Soviética, en la distribución, en los medios de que ese producto energético que exporta junto al gas llegue a través de los oleoductos y gasoductos a Europa Occidental. Dejemos para otros artículos lo que significa para todo el mundo y por supuesto para la zona de Oriente Medio el control de la producción y consecución de alimentos, de otros bienes industriales y tecnológicos que necesitan para su desarrollo los países que la integran, y por supuesto el agua, ese bien fundamental y estratégico del que apenas se habla cuando se informan y comentan las noticias casi siempre bélicas de la zona, y del eterno conflicto entre el mundo árabe en general e Israel.

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