NACIONAL

Seis horas de moción convertida en un inicio de campaña electoral

Raúl Heras | Martes 21 de marzo de 2023
No ha servido para nada. Los dirigentes de los partido aprovecharon la moción de censura para convertirla en una mitin transversal de cara a las elecciones del 28 de mayo. Intervenciones de más de una hora en las que nom se buscaba la respuesta de nadie y sí los mismos ataques que llevan viendo y sufriendo desde hace cuatro años. Ramón Tamames pretendía un milagro pero ya se encargaron desde el inicio tanto Santiago Abascal como Pedro Sánchez que se quedara en eso, en un milagro.

El candidato quiso hablar de la historia de España para que no se repitiera pero los políticos en activo querían echar su propio mitin electoral aprovechando que el Hemiciclo del Congreso era el mejor de los escenario posibles. Usted pregunte loo que quiera, que yo responderé los que me de la gana. Esa vieja frase ilustra mejor que cualquier otra lo sucedido. Uno tras otro utilizaron al catedrático emérito de Estructura Económica para hablar de lo mismos que llevan hablando todos los días. Santiago Abascal aprovechó la ocasión para intentar defender su posición respecto al Partido Popular; Pedro Sánchez quiso aplastar las reflexiones del inesperado candidato; y sobre todo Yolanda Díaz buscó dar una clase de interpretación de la Constitución que era un adelanto de la presentación de Sumar.

Sin sorpresas, datos y cifras lanzados sobre esas arena partidista y monolítica que es el Congreso sin posibilidad de comparación. No hay nada que mienta más que los números y citas sin referencias. Tamames tiene una idea de España y de los caminos que debería tomar en el futuro. Vano intento de impartir una lección cuando los alumnos están pendientes de la función teatral de mayo en la que se van a jugar - no los que allí estaban pero sí a los que representan - el ser o la nada a través de las urnas.

Abascal y Sánchez hicieron una pinza sobre el PP del líder ausente. Los dos sabían que el objetivo no era hablar del Sahara, ni de las pensiones, ni de la cifra de parados o del movimiento feminista. Lo que buscaron de forma pesada y repetitiva era defender sus posiciones electorales. Con una protagonista de blanco inmaculado, que utilizó el turno que le dejó el presidente para deshacerse en halagos sobre sus compañeros de Gobierno, y colocarse al frente de esa izquierda de la izquierda que, por boca de Ione Belarra, ya dejó claro que lo oído en el Hemiciclo y las contestaciones al “profesor Tamames” no les iba a. Hacer cambiar de opinión acerca de su ex compañera Yolanda Díaz. Esa ya es otra batalla que se librará en otro escenario.

Viendo el espectáculo me vinieron a la memoria otros Ramón, famosos en nuestra historia , desde el Ramón María del Valle Inclán, que convirtió el esperpento en una categoría literaria - los 350 parlamentarios pasando por el “Callejón del gato” para mirarse en sus espejos - al Ramón Gómez de la Serna que no necesitaba más de una hora para que le entendiera el pueblo con sus “Greguerias”. Sólo necesitaba quince segundos para retratar a la misma España.

El Ramón que eligió el exilio republicano para contarnos una parte de la aventura Indiana de los españoles que “conquistaron” la América del Sur con su “Aventura Equinocial de Lope de Aguirre”, tal vez podría, de vivir en estos momentos, convertir a Lope - que por cierto es el nombre de uno de los nietos del candidato - en el aventurero que se lqnzó en busca del oro imposible de la convivencia. A Ramón J.Sender le habría gustado poner a los protagonistas de la moción de censura en los papeles que asignó en aquellos españoles en su novela.

Y el último y más trágico de los Ramón, el que está enterrado en el cementerio de Kuntsevo, a las a fuerzas de Moscú, como todo un héroe de la Unión Soviética, Ramón Mercader, el hombre que cogió un piolet con sus manos y lo clasvó en el cráneo de Trotsky. Su mentor y dictador de aquella Rusia, Joseph Stalin, bautizó aquellas operación de asesinato de su antiguo compañero en la Revolución bolchevique de “Operación Pato” en el muy lejano 1937. Ayer, en el Congreso, el pato sobre el que todos dispararon y todos utilizaron era un profesor universitario llamado “señor Tamames”. Cada uno de los cuatro Ramón unidos en el Ramón de hoy, que intentó ir contra su propia historia para que los españoles descubrieron la suya.

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