Puede pensar Feijóo y la cúpula del PP que Pedro Sánchez también está solo y sin un partido detrás; que además está rodeado por los presuntos casos de corrupción que le afectan de forma política y personal, con una mayoría parlamentaria resquebrajada, tanto por las decisiones de Carles Puigdemont y de Junts de retirarle su apoyo, como por las evidentes divisiones de las fuerzas a su izquierda. Un análisis demasiado simple y que viene cargado de tanta esperanza como de miedo. Esperanza por la ansiada victoria que se escapó hace dos años y miedo ante el avance constatable de Santiago Abascal y Vox.
Puigdemont y los más duros de Junts pueden romper su débil alianza con el Sánchez y el PSOE por el mismo sentimiento de miedo que le produce la Alianza Catalana, la formación más nacionalista, más dura y más xenófoba que el propio Junts. lo que no puede es votar con el PP y Vox para que prospere una moción de censura o se adelanten las elecciones generales. Sería su muerte política de forma definitiva y dejaría esa parte política de la sociedad en manos de la ERC de Oriol Junqueras e incluso del PSC de Salvador Illa.
La intranquilidad entre los dirigentes del PP está fundada en las encuestas internas que manejan en la sede central de la calle Génova. Con un práctico empate real entre los dos grandes partidos, la subida de Vox hasta el 21% de los votos que les otorgan la media de las sucesivas encuestas - que se verá reforzada por los movimientos de Donald Trump a nivel global y el significado de la victoria del argentino Javier Milei en las elecciones legislativas, que renovarán la mitad del Parlamento, posiblemente debida al apoyo directo del presidente norteamericano con su “préstamo” de veinte mil millones de dólares y su promesa de otros veinte mil si el que ganaba los comicios era el partido del inquilino de la Casa Rosada.
El Partido Popular y Feijóo tenían una gran oportunidad para convertir las elecciones autonómicas de 2026 - que son obligadas en Castilla y León y en Andalucía - en una auténtica moción de censura popular contra Pedro Sánchez. Bastaba con que en las otros siete Comunidades en las que gobierna planteasen elecciones adelantadas, con las victorias de sus candidatos en el bolsillo, pero la estrategia emanada desde La Moncloa, por un lado, y los deseos de Abascal de convertirse en imprescindible para cualquier movimiento que quiera hacer Feijóo de cara a una cita con las urnas, ha terminado por desgastar a la dirección del PP. Los cribados no hechos para detectar el cancer de mama en miles de mujeres en Andalucía ponen en peligro la que se consideraba cómoda victoria de Juanma Moreno con una nueva mayoría absoluta, mientras que en Extremadura, Mariola Guardiola, ha cumplido su amenaza de convocar a las urnas ante la ruptura con Vox. El PP se puede encontrar con que debe ceder el poder a Vox o dejar que el PSOE regrese al poder. Demasiado riesgo.
Todos esos cálculos se van a encontrar con un nuevo movimiento que se está desarrollando dentro de la izquierda, al margen de los restos de Podemos. Sánchez necesita el apoyo y los votos de la coalición de Sumar, y Yolanda Díaz necesita al PSOE para mantener, al menos, su reducido apoyo actual. La solución: presentar listas conjuntas con la mayor parte del país, comenzando con las que se pueden visibilizar en marzo y junio en Castilla y León y Andalucía. Si funciona el reparto de nombres y puestos en las listas, el problema ya no lo tendrá Sánchez, lo tendrá Feijóo. Si no suma con Abascal más de 176 escaños en el Congreso no podrá sentarse en el gran sillón de La Moncloa; y si suma el precio a pagar a Vox será mucho más alto del que ha pagado hasta site momento en las Comunidades y Ayuntamientos en los que comparten responsabilidades.