NACIONAL

El sueño de Yolanda Díaz se deshace y los socios le abandonan

Raúl Heras | Jueves 22 de febrero de 2024
La ambición de Yolanda Díaz le hizo querer ir más deprisa y más en solitario de lo que la coalición que era Sumar requería. La vicepresidenta segunda y heredera de Pablo Iglesias, ofreció una plataforma electoral a todos los grupos y formaciones que existen a la izquierda del PSOE. Se trataba de llevar a cabo una CEDA de la izquierda, una Confederación. Española de las Izquierdas Autónomas, a imitación de lo que lograra José María Gil Robles durante la II República para la conquista del poder desde la derecha. El fracaso en Galicia ha terminado con la ambición y con el liderazgo.

Sumar ya es el partido de Díaz pero no es el partido de Más Madrid, ni de Compromís, ni de la Chunta, ni de los Comunes, cada una de esas organizaciones de la dispersa izquierda está convencida de que su autonomía respecto al proyecto de Sumar le puede sasslvar del desastre en sus respectivos territorios. A Yolanda le pueden quedar Ernest Urtasun, Pablo Bustinduy, Siria Regó y Mónica Garcia desde sus puestos en el Consejo de Ministros, pero en Euskadi tendrá que ir por otro camino y en la convocatoria europea de junio la elaboración de una lista común se va a convertir en un problema de difícil solución, con el agravante de la salida total de Podemos, que ya ha colocado a Irene Montero como cabeza de lista para combatir por un escaño en el Parlamento de Estrasburgo.

La creadora de Sumar se ha estrellado con estrépito en su tierra, lo cual es más doloroso para ella y para la política que deseaba implantar a la izquierda del PSOE. Su “independencia” dentro del Ejecutivo, con su nuevo viaje al Vaticano para encontrarse por tercera vez con el Papa Francisco, su deseo de viajar a Palestina, sus diferencias con sus compañeros del Consejo, desde María Jesús Montero a Luís Planas, no hacen más que aumentar su lejanía con el poder real, por un lado, y con los votantes que tras el 15-M confiaron en aquella formación de universitarios que tomó el nombre de Podemos.

La cita con las urnas dentro de cuatro meses puede ser el final político de ese experimento autonómico dentro de la izquierda, al que la propia Yolanda Díaz le había puesto fecha de caducidad. Algo parecido, a mayor escala, le está ocurriendo al PSOE de Pedro Sánchez, también acentuado por los pésimos resultados conseguidos por el PSG, loos peores de su historia.

El presidente culpa a la falta de liderazgos territoriales dentro del socialismo, lo cual es verdad y se confirmó en las elecciones autonómicas de mayo de 2023, pero las posiciones aún más duras que están tomando desde Emiliano García Page en Castilla La Mancha a Francina Armengol en Baleares desde su puesto de presidenta del Congreso, adelantan que ese mismo proceso puede afectar a todo el conjunto de la izquierda española.


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