La iniciativa de Arabia Saudí de incluir a Al-Shara entre los invitados a reunirse con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, durante su visita hace seis meses a Riad, significó una apuesta clara saudí por un cambio radical en la posición siria en el escenario regional.
Durante la celebración de la Asamblea General de la ONU en Nueva York, el presidente sirio tuvo oportunidades de reuniones, entrevistas y fotos con otros dirigentes internacionales, a pesar de los muchos recelos que causa un personaje que en muy poco tiempo se ha transformado junto con muchos de sus antiguos militantes en la organización terrorista.
Además, la desconfianza creció durante algunas semanas donde la minoría alauí en Siria sufrió una dura represión por parte de las nuevas fuerzas armadas sirias. La visión estratégico-comercial y de negocios que se impone habitualmente en los planteamientos de Trump permitió que se ofreciera una oportunidad al presidente sirio para demostrar su verdadera transformación y su desempeño del poder de acuerdo a parámetros aceptables a nivel internacional, muy lejos de la aplicación tajante de la ley islámica.
Romper el aislamiento internacional para levantar totalmente las sanciones y relanzar la recuperación de un país como Siria devastado por más de diez años de guerra con más de 300.000 muertos es el principal objetivo del presidente Al-Shara al ser recibido en la Casa Blanca por Donald Trump.
En Washington apoyan la estrategia de Arabia Saudí de considerar la opción siria liderada por Al-Shara una buena oportunidad para lograr una mayor influencia en una región de Oriente Medio de alto valor estratégico en todos los sectores y frente a la influencia perdida de Irán y de Moscú.
La oportunidad es condicional hasta que el nuevo entramado de poder en Damasco demuestre que es capaz de controlar la lucha contra grupos terroristas transfronterizos, la deportación de combatientes palestinos buscados, la prohibición de organizaciones armadas dentro del territorio sirio, ayudar a impedir el regreso del Estado Islámico y asumir la responsabilidad de los centros de detención de sus combatientes en el noreste del país.
Es una prueba exigente para que Al-Shara continúe con su carrera fulgurante.