Se mostró especialmente crítico con Europa y con la OTAN, justo cuando se dan a conocer los vuelos de drones y aviones de combate rusos sobre los límites fronterizos de algunos países que pertenecen al organismo atlántico y el secretario general le dice a Moscú que están dispuestos a responder militarmente cualquier ataque que se produzca. Trump, en conversación privada con Zelensky y con Ursula Von der Leyen, ha ido más lejos, en otro cambio de guión a los que nos tiene acostumbrados desde que llegó a la presidencia. Ya no es amigo de Vladimir Putín, ya no defiende que la necesaria paz en Ucrania pase por la aceptación por parte de Kiev de una pérdida de su territorio, el que ha ocupado Rusia en el Este.
Le da un respaldo al presidente ucraniano para que mantenga la guerra, para que reconquiste esos parte “perdida” y que incluso vaya más lejos. Para Trump, Putin y Rusia están en una crisis económica y política insalvable que le hace débil. Estados Unidos le venderá a loss países de la OTAN todas las armas que necesiten. Lo que luego hagan con esas armas ya no es algo que deba preocupar a los fabricantes de USA y a la Casa Blanca. Descarta, sin decirlo, que el presidente ruso vaya a emplear las armas atómicas como única forma de ganar la guerra.
Para que se acuerden de quién está al mando en este momento, les señala a sus aliados europeos de que no pueden seguir comprando gas y petróleo a Rusia, que es una forma de mantener al enemigo. Es más fácil y más rentable que esas compras las hagan en Estados Unidos. El negocio es el negocio, él es presidente y empresario, que es lo que volverá a ser dentro de cuatro años.