NACIONAL

El Pacto de Yuste firma la inestable paz judicial de Sánchez y Casado

Raúl Heras | Lunes 18 de octubre de 2021
Allí donde fue a encerrarse y morir el hombre más poderoso del mundo es donde Pedro Sánchez y Pablo Casado han dado el primer paso para renovar los principales órganos de la Justicia española. Llevan un retraso de dos años y no se van a cerrar las heridas causadas, ni van a parar los ataques, pero junto a la aprobación de los Presupuestos pueden abrir la puerta a los grandes cambios que se necesitan.

En 1556, Carlos V, el monarca que regentaba dos Imperios y más de veinte reinos dejó todo el poder en manos de su hijo Felipe II y se retiró al monasterio de Yuste acompañado de dos de sus hermanas. En 2021, la mujer que ha reinado en Europa durante 16 años se retira y comienza a recibir los homenajes de toda la clase política y económica. Su premio con el nombre del Emperador era la mejor de las ocasiones para el deshielo entre el poder y la oposición española.

EL “Pactó de Yuste”, que está sin acabar y que es apenas un preacuerdo instigado tanto por un recuperado Mariano Rajoy como por un “perdonado” Felipe González, permitirá que el PSOE y el PP vuelvan a repartirse los cargos que articulan la Justicia en nuestro país.

Acordados los nombres que cambiarán el Tribunal Supremo y el Constitucional queda por cerrar el Consejo General del Poder Judicial, con el prometido cambio de elección como compromiso de obligado cumplimiento entre los dos grandes partidos. Tanto Unidas Podemos como Vox y los nacionalistas que conforman la actual mayoría parlamentaria serán oídos pero no escuchados en sus aspiraciones. El bipartidismo ha muerto pero no ha desaparecido y hasta puede que goce de buena salud en el próximo futuro.

Si el Pacto se consolida, todos los partidos pondrán en el calendario sus propios objetivos electorales, tanto de cara a las citas autonómicas y municipales como a las generales. Fechas, listas, candidatos, ambiciones, cambios, pactos… las maquinarias internas que premiarán y castigarán a amigos y adversarios.

La nueva gran asignatura pendiente son los Presupuestos Generales, para los que Pedro Sánchez tiene que contar con las mismas fuerzas que le llevaron y le mantienen en el poder, con interlocutores fijos y exigentes como son sus socios en el Gobierno, con Yolanda Díaz de negociadora principal en nombre de Unidas Podemos, seguida por la ERC de Pere Aragonés, el PNV de Iñigo Urkullu, y los más radicales de Bildu y la Cup. Los necesarios 176 votos en el Congreso necesitan el apoyo de todos. Y todos se disponen a poner en la balanza sus exigencias, siempre con la amenaza de votar en contra y hacer inviables los compromisos que exige la Comisión europea para las ayudas financieras.

Renovado el Poder Judicial y los distintos Tribunales y aprobados los Presupuestos Generales, el presidente del Gobierno cree tener asegurada la Legislatura hasta finales de 2023 e incluso hasta la primera quincena de enero de 2024. Con un añadido que se puede producir si los resultados en las urnas obligan a una dura y puede que larga negociación entre los partidos de cara a conseguir la mayoría necesaria para la investidura. Más meses de Sánchez sentado a la cabeza del Consejo de Ministros.

Su gran duda, que le acompañará y que tiene precedentes - como la que le llevó a ganar por primera vez el palacio de La Moncloa - es la posibilidad de que sus actuales e incómodos socios rompan los acuerdos y le dejen con sus 120 escaños en soledad, una circunstancia que le obligaría a convocar elecciones anticipadas.


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