Raúl Heras

Iglesias y Abascal: entre la gloria y las catacumbas

Raúl Heras | Miércoles 20 de marzo de 2019
A los dos les une una velocidad de lanzamiento político que era desconocida desde que se inició la actual democracia. De no tener nada, ni siquiera un partido, a convertirse en objeto de codicia por parte de PSOE, PP y C´s. Votos y escaños que les mantendrán en la gloria o les devolverán a las catacumbas.

En 2011 ni Podemos, ni Vox existían a nivel político. Ganaba las elecciones el PP de Mariano Rajoy con una mayoría absoluta de 186 escaños, el PSOE iniciaba su hundimiento con 110 de la mano de Alfredo Rubalcaba y Ciudadanos e Izquierda Unida apenas sumaban 26 escaños entre los dos.

Cuatro años más tarde el bipartidismo certificaba su defunción: el PP volvía a ganar pero con tan sólo 123 parlamentarios; los socialistas, ya con Pedro Sánchez al frente, bajaban hasta 90; Albert Rivera subía hasta 40 y el recién nacido Podemos se plantaba con 69 escaños y más de cinco millones de votos. Vox, con Santiago Abascal, Alejo Vidal-Quadras, Ignacio Camuñas y José Luís González Quirós no conseguía ningún asiento en ninguna de las dos Cámaras y apenas llegaba a los 57.000 votos.

Los tres últimos abandonarían el partido meses después y Abascal, apoyado por Javier Ortega Smith, conseguiría todo el poder interno tras abandonar los principios liberales de la fundación y acercarse a los partidos más conservadores y católicos de Europa. Una nueva etapa, que ante la crisis abierta en el PP y en el PSOE tras las elecciones generales de n2016 y las andaluzas de 2018, convertirían a VOX en el quinto protagonista nacional de la política española.

Un dato: de los 57.000 votos conseguidos en todo el Estado y unos exiguos 8.419 en Andalucía en 2015, la formación obtuvo tan sólo en esa autonomía en el último diciembre 359.978 propiciando con sus 12 escaños en el Parlamento regional y el pacto a tres con Ciudadanos que el candidato del PP, Moreno Bonilla, alcanzara la presidencia del gobierno, algo que parecía impensable apenas tres meses antes.

Una nueva etapa política se abrió en 2015 y demuestra que, partiendo de extremos distintos y distantes, Podemos y Vox comparten el mismo crecimiento explosivo dentro del enquistado panorama de los partidos.

Desde la izquierda, la formación liderada por Pablo Iglesias rompía con el máximo techo alcanzado por el PCE e Izquierda Unida de los dos millones de votos y apenas 20 escaños por más que se cambiara a Santiago Carrillo por Julio Anguita y éste aceptara un “pacto” con el PP de José María Aznar con un único objetivo común: desalojar al PSOE y a Felipe González de La Moncloa.

Veremos lo que pasa con la derecha española el 28 de abril y hasta qué punto Vox es capaz de sumar votos y escaños en detrimento del PP y de Ciudadanos. Y lo más importante, si entre las tres fuerzas que se aliaron a regañadientes en Sevilla son capaces de hacerlo en Madrid, siempre que los números sumen más de 176 escaños. En Andalucía - el ejemplo no es perfecto pero sirve de guía - consiguieron multiplicar por 47 los votos en las ocho provincias. Ese es su reto cuando se plantean las candidaturas en las 52 circunscripciones electorales.

Abascal lo tiene más fácil que Iglesias. Vox parte de cero mientras que Podemos, Izquierda Unida y todas las confluencias posibles sumaron 71 escaños en 2016. El primero aspira a ser el “necesario tercero” para gobernar siempre que supere los 30 parlamentarios. La gloria. El segundo, con sus continuas crisis, se conformaría con no bajar de los cuarenta representantes. Las catacumbas. Una cifra que salvo que el PSOE de Sánchez se dispare en las urnas y en los mecanismos de la Ley D´Hont, no le permitirá al actual presidente del gobierno mantenerse en el poder sin recurrir a los costosos escaños nacionalistas.


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