Rafael Gömez Parra

Erdogan juega con fuego

Rafael G. Parra | Miércoles 09 de diciembre de 2015

El derribo del avión ruso por parte de Turquía podría haber provocado la primera Guerra Mundial del Siglo XXI si el presidente Vladimir Putin no decide achantarse. Cosa que -curiosamente- ningún medio de comunicación occidental le ha agradecido. Es más, le consideran el culpable del suceso.



Estados Unidos, que es quien dirige de verdad la OTAN, llevan tiempo provocando al líder ruso. Primero fue con Ucrania, donde también rozamos la guerra mundial, y ahora con Siria. La realidad es que Estados Unidos, Turquía, Arabia Saudí y Qatar son los verdaderos creadores y financiadores del llamado Estado Islámico, con el visto bueno de Cameron y Hollande, que hace tres años llamaba “luchadores por la libertad” a los yihadistas que se iban a matar sirios.

La única manera de intentar restablecer un poco el difícil equilibrio mundial sería volver al principio de “no intervención”, que impide a las potencias extranjeras intervenir en otros países. Estados Unidos, apoyado en los grandes medios de comunicación, ha conseguido convencer a la opinión pública que sus intervenciones en Libia o en Siria son para “establecer” la democracia, pero la realidad es que en Libia viven peor que antes y con menos democracia, y que en Siria han provocado más de un millón de desplazados y han creado un monstruo que, tras su fracaso de echar a Bashar El Assad, se ha revuelto contra sus creadores, como hizo Osama ben Laden contra su creador, Estados Unidos.

Cada pueblo, cada país debe resolver sus problemas internos por sí mismo, sin intervenciones que no resuelven nada. Nos convencieron de que había que intervenir en Afghanistán para que las mujeres no tuvieran que verse obligadas a llevar el burka, y ahora con un gobierno pro occidental, las mujeres siguen llevando el burka y nadie dice nada. Que no nos engañen, lo que quieren es apoderarse de los países que tienen materias primas, petróleo, o que son estratégicos, y no llevar la democracia. Si Maduro o Bashar el Assad hubiera perseguido a los periodistas como hace Erdogan en Turquía, ya habrían merecido portadas incendiarias, pero si es un aliado, puede hacer lo que quiera. Y si Maduro diera latigazos a los blogueros de la oposición, como hace Arabia Saudí, le habrían “fusilado” los periodistas de esos grandes medios.