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Confidencias desde la oscuridad

Diego Armario | Martes 24 de marzo de 2015

Me estaba resistiendo pero al final la cabra siempre tira al monte, el borracho a la cantina, el cura a la iglesia y la puta a la esquina, así que a pesar de mi estado de postración visual y de mis propósitos de no escribir de asuntos políticos durante unos días, me dejo llevar por el vicio y vuelto a enfangarme en el barro de lo cotidiano.



Lo que me disculpa es que lo hago por un personaje al que le tengo afecto personal y la admiración que algunos sentimos por los poetas de lo imposible. Me estoy refiriendo a Julio Anguita al que conocí hace muchos años, voté alguna vez, y estudie como personaje singular porque era y es alguien que aunque todavía no se haya dado cuenta, siempre fue por libre .

Él es un tipo extraño y singular en este mundo de intereses, chanchullos, oportunismo e incoherencia, porque cree lo que dice y afirma lo que cree. Es un utópico trasnochado que no se ha dado cuenta todavía de que su misión es seguir clamando como profeta en el desierto, porque ni siquiera los suyos – los que él cree que son los suyos – están dispuestos a seguir sus proclamas éticas.

Yo creo que Julio Anguita, que es un maestro de escuela que vive con austeridad franciscana y que jamás habría aceptado una tarjeta black como alguno de sus conmilitones, vive nadando en la utopía de su propia coherencia.

Tengo para mi que el comunista honrado que hay bajo su piel, por fuer de antisocialista del PSOE , ha decidido echar una mano a los que cree que le son más cercanos ideológicamente, aunque pienso que en el fondo está haciendo de tripas corazón para decir lo que dice y apoyar a quienes apoya.

Mi querido Julio Anguita que jamás se manchó las manos con nada, es una rara avis de la política, su reino no es de este mundo y los dos o tres infartos que le han dado en su vida hacen referencia a los momentos en los que ha sido consciente de que cuando mira hacia atrás no le siguen ni los que él cree que son los suyos, porque van en Audi.

Su magisterio ético lo ejerce mejor como pensador utópico que dándole un apoyo diferido al nuevo abrazafarolas del disimulo que un día de estos se cortará la coleta entre gritos y vivas a la policía y a la guardia civil.

En el fondo la política nunca fue para los poetas, ni para los ingenuos, y mi admirado Julio tiene esas dos debilidades.