NACIONAL

Cien días para acabar con Podemos

Viernes 13 de febrero de 2015

Ya es oficial. Las tres grandes formaciones políticas de carácter nacional que han protagonizado la vida pública española desde que se muriera Francisco Franco en una habitación de la Residencia Sanitaria de La Paz, han firmado su tercer gran acuerdo tras la Constitución y los Pactos ...



... de la Moncloa: hay que acabar con Pablo Iglesias y con Podemos y para eso tienen cien días, los que faltan para acudir a las urnas el 24 de mayo.

Si la formación que se hermana con la Syriza griega consigue romper de verdad el tripartidismo que nos ha estado gobernando desde que las elecciones de junio de 1977 dieran el pistoletazo de salida de la democracia, toda una época, unos usos y costumbres, un equilibrio político, económico y social se desmoronará y la incertidumbre se apoderará de los despachos financieros, de las empresas, de los centros de poder de aquí y de Europa, y la " pinza" sobre los países del euro desde Ucrania a la Península Ibérica hará que volvamos la vista atrás con enorme preocupación por lo que creíamos historia.

Cien días para que las encuestas se equivoquen; cien días para que la abstención que acongoja al Partido Popular se transforme en votos para el partido que nos gobierna; cien días para que la sangría de votos del PSOE de Pedro Sanchez se detenga y recupere el socialismo su papel de partido de gobierno y mantenga en esta España nuestra las señas de identidad que crearon Canovas y Sagasta; cien días para que la Izquierda Unida de Cayo Lara y Alberto Garzón que creara el Partido Comunista ( para no asustar la memoria de los votantes ) cosa y recosa sus costurones antes de que los harapos ideológicos la deje en cueros; cien días para anunciar todos los cambios posibles e imposibles con la mente puesta en lo que no se debe cambiar, que es la estructura del poder, del poder de verdad, del poder que decide en Washington, Berlin y Bruselas.

Existe el enemigo común, el que une a los adversarios, el que suscita más miedo ante lo desconocido que ya se conoce. Podemos es la " bicha", el lobo que amenaza a los corderos, que, claro, no son corderos y actúan como otros lobos y con más experiencia. A Pablo Iglesias le sacan en el álbum familiar hasta el abuelo republicano y le colocan a Tania Sanchez en el reparto de prebendas al calor del Ayuntamiento estrellas de IU. A Iñigo Errejón le preguntan un día si y otro también por sus becas universitarias mientras deslumbra con su sapiencia a los popes del viejo PSOE. A Juan Carlos Monedero sus escabrosas relaciones con Hacienda le persiguen por todos los medios de comunicación mientras se rompe el secreto bancario para demonizarlo como si de Al Capone se tratara. Se terminaron las contemplaciones, las medias tintas, se trata de una guerra a muerte en la que están en juego más que las ideas, los sillones, el reparto del poder, el equilibrio presupuestario de miles de dirigentes y militantes que tienen en eso que llamamos estado su puesto de trabajo.

Mariano Rajoy tiene cien días para mantener a su partido al frente de la tabla de goleadores en votos. Pedro Sanchez tiene cien días para convertir a su socialismo en el paciente paciente que espera en la antesala del poder su turno. Cayo y Alberto tienen cien días para reivindicar que la coalición no está muerta, que es la izquierda real y viable y que todo lo demás es volver a la sopa de letras de los primeros pasos de la Transición.

Hay mirones. Mirones de primera y segunda fila a los que Podemos también les afecta y les intranquiliza. Los de primera tienen a Albert Ribera y Rosa Díez al frente. Ellos quieren mantener su caladero de votos entre el centro derecha, llegar a ese quince por ciento de sufragios que les podrían colocar en posiciones de negociación en municipios y autonomias. Los de segunda se apellidan nacionalistas, soberanistas, indendentistas que no pueden perder ni un apoyo, ni una papeleta en las urnas. Se llaman Artur Mas, Oriol Junqueras e Iñigo Urkullu. Los tres ya conocen desde año a los tres grandes de siempre. Llevan conviviendo con ellos treinta años y prefieren seguir así. En tiempos de conturbación lo mejor es no hacer mudanza.

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