Raúl Heras

Las ambiciones europeas de Mariano Rajoy

Raúl Heras | Martes 21 de octubre de 2014

El presidente del Gobierno tiene dos ambiciones personales en Europa: que su candidato en las elecciones pasadas, Miguel Arias Cañete, consiga una Comisaría importante y que su actual ministro de Economía, Luis de Guindos, llegue a la presidencia del Eurogrupo. Una doble representación que, al margen de los colores políticos, le vendría muy bien a España. Aún ambos frentes tiene que competir con el resto de los países, que también juegan sus bazas y en más de un tablero de ese ajedrez en el que se ha convertido la Unión.



El recién elegido Juncker ya le ha hecho saber a Mariano Rajoy que sería más conveniente para los intereses de nuestro país que el candidato a la Comisaría fuese una mujer y que estuviese consensuado con la oposición, y no parece que ninguna de esas condiciones está el presidente del gobierno en condiciones de cumplirla. A Arias Cañete le prometió ese puesto tras una de sus reuniones con Angela Merkel y no quiere dejar " tirado" a su ex ministro, por mas que pudiera aprovechar el obstáculo de Bruselas para ampliar la crisis de gobierno que aparece en el horizonte inmediato; y por otro lado, el cambio de liderazgo en el PSOE y la decisión de Pedro Sánchez de no apoyar al sustituto de Durao Barroso, dejan pocas dudas sobre los nuevos tiempos que va a vivir el socialismo hispano: mayor dureza hacia el PP y menores puntos de encuentro en lo que sería una política de estado frente al resto de países europeos. El no a Cañete parece seguro si pensamos en las disputas que mantuvo el líder popular durante la campaña con la número uno del PSOE, Elena Valenciano, y las acusaciones de machismo que recibió por parte de otras parlamentarias europeas.

Y si a Mariano Rajoy se le está complicando el tema de Arias Cañete, algo parecido le está ocurriendo con Luis de Guindos, al que los holandeses no quieren apoyar para que sustituya a su paisano Djelboen mientras éste no consiga el nuevo puesto al que aspira, tras sufrir en sus propias carnes el no de España hace unos años. En Bruselas se cambian " cromos" o puestos en razón de los intereses de cada país. No basta con pactar los apoyos, también hay que pactar las negativas. Es un juego a varias bandas en las que cualquier cambio repercute en el equilibrio final. Si queremos ganar, el presidente del gobierno va a tener que negociar con habilidad, sangre fría, y puede que hasta tenga que cambiar uno de sus " caballos" para conseguir su objetivo.

Mientras tanto y en otro de los puestos claves de la Europa del euro, el Banco Central Europeo, puede que el grupo de economistas catalanes reunidos en torno al llamado " Colectivo Wilson" le esté ganando por la mano gracias a sus mas que buenos contactos en el mundo de las finanzas y la enseñanza en importantes universidades extranjeras. Fundado en noviembre de 2012 llevan año y medio haciendo de defensores de la autodeterminación de Cataluña, exponiendo la tesis de que una posible independencia no tendría porqué ser perjudicial para sus intereses si su territorio se mantuviera en el euro. De los seis catedráticos que conforman el grupo, el candidato para integrarse en el banco que preside Mario Draghi, es Jordi Galí, profesor en la UPF, al igual que el resto de sus compañeros de auténtico lobby: Xavier Sala i Martín, de la Universidad de Columbia, Pol Antrás, de Harvard, Carles Boix, de Princeton, Gerard Padró, de LSE, y Jaume Ventura de la catalana Pompeu Fabra. Los seis son una fuerza de choque al servicio de la Generalitat de Artur Más , como han demostrado en más de una ocasión, que escogieron el nombre del colectivo del 28 presidente norteamericano, Woodrow Wilson, fundador de la Reserva Federal y defensor de la supremacía blanca y del Ku Kux Klan en sus años jóvenes. Una elección basada en el discurso que Wilson dirigió a la Nación el 8 de enero de 1918 en el que entre sus 14 puntos defendió la autonomía de los países que estaban bajo la hegemonía de los imperios austrohungaro y otomano, así como la independencia de Polonia y Bélgica. Un manifiesto sobre el que se elaboró el Tratado de Versalles que puso fin a la I Guerra Mundial. Ya se sabe que la historia está llena de ejemplos si se quieren buscar argumentos con los que reforzar el discurso propio, y que muchas veces lo que representó la salida a una tragedia se puede convertir en comedia de enredo.

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