SOCIEDAD

Casta de mediocres

Diego Armario | Lunes 15 de diciembre de 2025
Cuando no existían las redes sociales y los debates entre ciudadanos se dirimían en la barra de un bar o en una reunión de amigos, la genialidad o la tontería tenía un recorrido muy corto, pero desde que se inventaron los influencers, el mercado de la estupidez está en alza.

Hoy ser catedrático es un asunto menor y los intelectuales están mal considerados porque la avalancha de frases cortas e ideas sin contenido ha sustituido la reflexión y a la opinión documentada de las mujeres y los hombres cultos.

Me ha sorprendido que un autor de éxito, muy cotizado en los ambientes periodísticos, haya señalado a Gabriel Rufián como un singular pensador por la verborrea breve y largas pausas con las que intenta simular que tiene una buena cabeza, pero expresarse con algo más de coherencia que Yolanda Díaz, no le convierte en Demóstenes.

Los que reparten doctrina a través de las redes sociales – salvo algunos casos de gente culta y brillante – son mediocres convertidos en activistas y están suplantando a los antiguos borrachos que a veces decían alguna verdad porque lo que podría parecer un movimiento social de protesta se ha ido convirtiendo en un vomitorio de gente sin ideas que se autodefinen pensadores.

Confundir la inteligencia con la popularidad es un fraude porque el momento cultural que vivimos ha alejado a los intelectuales de los espacios baratos para no ser confundidos con la gente con prisas y sin causa.

Las ideas se defienden, no se comercian, a pesar del escaparate cada dia más empobrecido de la televisión que ha sucumbido a la basura disfrazada de originalidad.

Cuando alguien se olvida de quién fue es fácilmente suplantable.