Cuatro años más tarde la comedia que nació en la televisión para denunciar los abusos de los mandatarios de Kiev se ha convertido en la peor de las tragedias para el antiguo actor, que comenzó su trayectoria amparado, curiosamente, por el propio Putin en Moscú.
Las mentiras políticas se han instalado en la mayoría de los gobiernos occidentales, que se empeñan bajo la dirección de tres de ellos: Francia, Alemania y Gran Bretaña - con la cada vez más inconsistente ayuda de la presidenta de la Comisión Europea, la también alemana Ursula von der Layen - de mantener a toda costa y por encima de la destrucción masiva de un país y cientos de miles de víctimas civiles una guerra que saben que el gobierno de Kiev no puede ganar, y mucho menos sin la participación activa de Estados Uniidos.
La primera de las grandes mentiras que manejan Macron, Starmer y Mertz es que ellos son y representan a Europa en su conjunto, que son los que mandan en los veintisiete países de la UE, con la suma de la “fugada” Gran Bretaña, algo totalmente incierto y que no responde ni a la verdad, ni a la única salida posible para que se logre la firma de la paz en Ucrania. El Plan de paz que están negociando los hombres de Trump y Putín, a partir de 28 puntos que se han quedado en 19, no es el mejor pero sí el único posible. Si el presidente norteamericano quisiera, y le apoyaran los dueños de las compañías tecnológicas más potentes del mundo, Europa se quedaría invidente: ciega, sorda y muda, en menos de cinco minutos. Otra circunstancia que los autoproclamados salvadores de la democracia en Ucrania y por extensión en toda la Unión Europea conocen con precisión, al igual que lo conoce Zelensky.
En esta tragedia de cuatro años el actúo final se está escribiendo sin la particpación de los gobiernos europeos, incapaces de plantear una alternativa real y mantenerla en el tiempo. Tanto Macron, como Starmer y Mertz, lo que buscan real ente es poder participar en el negocio de cientos de millones Emile’s de millones que se tendrán que invertir en la reconstrucción de Ucrania y en la ue hoy por hoy están fuera. Se trata de dinero y no de principios, algo que se ve desde hace siglos en todas las historias bélicas.
El presidente norteamericano, algo igual que le ocurre a Putin en menos medida, necesitan que se firme la paz en Ucrania, aunque sea una paz inestable, de la misma forma que lo es la de Gaza y Cisjordania; una paz que permita la exploación de los recursos económicos del Donbas a través de compañías mixtas y con acuerdos políticos y militares de control para el inmediato futuro. Es más que posible que,llegados a ese punto, la gran víctima de los acuerdos sea el propio Zelensky, que tendría que afrontar unas elecciones generales - que ya están retrasadas - y en las que sería difícil que vencerá y se mantuviera en el poder.
Si Trump hiciese una encuesta entre los ciudadanos de Estados Unidos para saber su opinión sobre su plan de paz es muy posible que consiguiera un respaldo mayoritario al mismo. Ni Macron, ni Starmer, ni Mertz pueden hacer lo mismo. Esa es una de las grandes diferencias. Ninguno de los tres pueden “secuestrar” la voluntad real de los ciudadanos europeos, que contemplan cada día como se produce más destrerucción y aumenta el número de víctimas. Putin nunca será un demócrata al estilo occidental, de la misma manera que no lo es una gran mayoría de los mandatarios del mundo, pero el trio que lleva más reuniones de “amparo” con Zelensky no se está comportando bajo ninguna de las premisas que establece un auténtico estado de derecho. Si hubiera elecciones en Francia, Gran Bretaña y Alemania es más que probable que ninguno de los tres siguiera en el poder.