SOCIEDAD

El lamento de los amargados

Diego Armario | Domingo 16 de noviembre de 2025

“Ladran luego cabalgamos”, le dijo don Quijote a Sancho, y siglos después de aquella lección de sentido común que escribió Don Miguel de Cervantes, sigue vigente en el inconsciente colectivo del pueblo español, crisol de odios y amores, amarguras y alegrías, envidias y reconocimientos.



Isabel Díaz Ayuso sabe bien de qué va esta historia y lo ha demostrado con su fortaleza personal y política frente al sanchismo, que la ha elegido como la mujer a batir porque la considera políticamente más creíble e influyente que otros dirigentes nacionales de la derecha.

Tiene la fortaleza que le permite resistir el acoso prolongado y habitual del equipo de opinión sincronizada, periodistas jubilados que escriben tuits y se creen editorialistas, cargos públicos del partido , miembros del gobierno, y ciudadanos que añoran tiempos en los que fueron algo.

En el juicio del Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz se ha escuchado más veces el nombre de la Presidenta de la Comunidad de Madrid que el de González Amador, que respondía como testigo y está a la espera de ser juzgado por supuestos delitos contra la Hacienda Pública. El hombre sin nombre podía haberse echado otra novia y hoy no estaría en juzgados ni en cantares, porque no es él sino ella la persona que envenena los sueños de quienes la acosan.

El sanchismo es una secta muy disciplinada que no le hace ascos a difamar y perseguir ya sea Felipe González, Joaquin Leguina, José Luis Corcuera, Nicolás Redondo, Tomás Gómez, García Page y otros señalados por la ira de un hombre sin alma ni conciencia al que solo le queda el espejo en el que se mira.

La miseria de esa banda ha llegado a denunciar en sus redes y panfletos que la Presidenta de la Comunidad de Madrid fuera atendida de urgencias ayer en la Fundación Jiménez Díaz (hospital privado y público) como si fuera un privilegio.

El odio y la ignorancia se dan la mano cuando un sectario abre la boca.