NACIONAL

La batalla imposible de ganar de Abascal contra el PP de Feijóo

Raúl Heras | Martes 11 de noviembre de 2025
A Santiago Abascal le ocurre lo mismo que le ocurrió a Pablo Iglesias con Podemos y a Albert Rivera con Ciudadanos: quieren ganar a su rival-hermano y hoy es prácticamente imposible. El presidente de Vox necesitaría un milagro para desplazar al Partido Popular dentro de la derecha. Están bien las declaraciones sobre los objetivos, relanzados en estos días por la crisis de los populares en la Comunidad Valenciana tras la dimisión de Carlos Mazón y la búsqueda de un sustituto que evite las elecciones anticipadas y mantenga los acuerdos que se alcanzaron en 2023.

A Santiago Abascal le ocurre lo mismo que le ocurrió a Pablo Iglesias con Podemos y a Albert Rivera con Ciudadanos: quieren ganar a su rival-hermano y hoy es prácticamente imposible. El presidente de Vox necesitaría un milagro para desplazar al Partido Popular dentro de la derecha. Están bien las declaraciones sobre los objetivos, relanzados en estos días por la crisis de los populares en la Comunidad Valenciana tras la dimisión de Carlos Mazón y la búsqueda de un sustituto que evite las elecciones anticipadas y mantenga los acuerdos que se alcanzaron en 2023.

Los números parlamentarios son definitivos: el PP cuenta en estos momentos con 137 escaños en el Congreso de los Diputados por tan sólo 33 de Vox, y en el Senado ocurre lo mismo: 145 asientos para los populares frente a los 3 que tiene Vox. Para cambiar esas cifras se tendría que producir un desmoronamiento total del Partido Popular a nivel del Estado y no parece probable que eso ocurra ni a corto, ni a medio plazo. Otra cuestión es si Núñez Feijóo, en caso de ganar las elecciones sin mayoría absoluta, tendrá que recurrir al apoyo de Abascal o si, en caso de cambio en la actual composición de la mayoría que le permite gobernar a Pedro Sánchez - que sólo puede darse con los independentistas de derechas de Cataluña o el país Vasco - lograría los escaños que le hicieran ganar la votación de investidura.

En el ámbito autonómico ocurre lo mismo, incluida las necesidades de apoyo para conseguir alguno de los nueve gobiernos que tien el Partido Popular. El partido de Feijóo cuenta con un total de 453 parlamentarios, el 35,92% de la suma de las 17 Cámaras Legislativa, mientras que Vox tan sólo llega a casi una cuarta parte, 118 parlamentarios,lo que le concede el 9,36% del total. Sobre esa base, los deseos de santiago Abascal de convertir a Vox en el primer partido de la derecha española aparecen muy lejanos. Tendría que remontar nada menos que 584 parlamentarios, los que van de 151 representantes en el total del aparato Legislativo a los 753 que tienen los populares.

La máxima aspiración del líder de la derecha más dura de España es “ayudar” a construir mayorías parlamentarios y de gobierno a cambio de puestos en la gestión y concesiones en la aplicación de sus programas, lo que ahora pretende hacer en la Comunidad Valenciana y lo que puede repetir en Extremadura (salvo que el PP de María Guardiola consiga aumentar en cinco escaños los 28 asientos que consiguió en 2023 si el PSOE se hunde con su candidato) dentro de un mes, y en Andalucía en el próximo junio si la crisis de los cribados del cáncer hacen que Moreno Bonilla pierda la mayoría absoluta de la que goza en estos momentos.

En las dos Castillas puede ocurrir lo mismo, lo que explica las posiciones y declaraciones del socialista García Page y del popular Fernández Mañueco. Page cuenta con un solitario escaños de ventaja frente a la suma de PP y Vox, mientras que Mañueco depende sí o sí de la formación de Abascal, que puede endurecer sus condiciones pero con muy escasa posibilidades de cambiar el liderazgo de la mayoría conservadora.

En Murcia, Fernando López Miras necesita a Vox pero dos escaños más le dejarían volar en solitario; al igual que le pasa en Cantabria a María José Sáenz de Buruaga, que lo tiene más difícil que su compañero de partido y que se asemeja a los problemas de mayorías que tiene Azcón en Aragón, muy alejado por sí mismo de obtener la victoria en una sesión de investidura; y de Marga Prohens en Baleares. En las otras islas, las Canarias, la dispersión del voto puede hacer que las sumas necesarias en el Parlamento cambien de unas elecciones a otras, pero siempre con Vox alejado del partido Popular, salvo que el tema d ela inmigración produzca una alteración de los votos, que castigarían al resto de las formaciones políticas.

Ni en Euskadi, ni en Cataluña tanto el Partido Popular como Vox tienen forma de alcanzar el poder, ni siquiera rozarlo. La presencia del PNV, por un lado, y de Junts y ERC, por otro, les alejan del voto de una derecha considerada en esas dos Comunidades como contraria a los deseos más o menos radicales del independentismo. La “ventaja” númerica, en esa pequeña escala, es para Vox, pero resulta insignificante a la hora de negociar.

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