A punto de cumplirse tres semanas desde el cierre de la administración federal en EE.UU., no hay síntomas de un pronto final al conflicto. Los efectos económicos de situaciones similares en el pasado acaban por diluirse una vez se recupera la actividad, y son considerados por los mercados episodios pasajeros sin especial gravedad, siempre que no afecte al cumplimiento de las obligaciones del Tesoro con sus acreedores.
La otra influencia relevante es la ausencia de datos económicos. Las estadísticas oficiales dejan de publicarse, y solo se cuenta con estimaciones y encuestas privadas para valorar la marcha de la economía. No es el actual un momento particularmente estable, pero no se detecta singular inquietud por la ausencia de datos.
EL SALDO CONTINÚA CAYENDO
Todo apunta a que la Reserva Federal recortará nuevamente los tipos de interés el 29 de octubre, y esa certeza, que se ha visto reforzada por declaraciones recientes de su presidente, es suficiente para que el ambiente en los mercados no se vea perturbado por carecer de información federal reciente.
Como la Reserva Federal se financia de modo independiente, no se ve afectada por el cierre. Eso nos permite seguir disponiendo de algunas estadísticas de interés. Es el caso de la publicación semanal de los saldos que mantienen entidades oficiales no residentes de deuda norteamericana y que son custodiados por la Reserva Federal. Ese saldo continúa cayendo, y lo está haciendo semanalmente de forma intensa. Parece que la voluntad de los bancos centrales de reforzar sus posiciones en oro tiene su otra cara en el deseo de desprenderse de títulos norteamericanos, y también de dólares, atendiendo a que ambos hechos se producen de forma simultánea, algo no muy común. Tradicionalmente, la liquidación de posiciones en bonos o bien no llevaba a ventas de dólares, o bien se producía en momentos de dólar fuerte y no débil como ahora. Si fuese posible concluir algo de este comportamiento, habría de ser que la confianza en el dólar merma y, en todo caso, es compatible con el fuerte interés por el oro y otros metales preciosos, así como por activos de emisión limitada como el bitcoin.
EN UN MUNDO INCIERTO…
La actividad en los mercados no se detiene por la falta de datos macro. Cuando se reanude su publicación, veremos hasta qué punto el temor a una contracción mayor, incluso una recesión de la economía norteamericana, está bien fundado. Ni China ni Europa tienen en el presente demasiado atractivo alternativo que ofrecer.
De cara a 2026, cabe aceptar que hay más riesgo de sorpresas positivas que lo contrario, sobre todo en Europa, a consecuencia de las políticas fiscales expansivas de Alemania. Pero la política fiscal expansiva es algo que ya ocurre en EE.UU. y que trata de ajustar fino China. ¿Cuál será la divisa ganadora y cuál perdedora en este entorno? Del problema de confianza en el dólar ya hemos hablado, y es algo que está jugando su papel, lento y eficaz, pero es difícil que esto derive en la repetición de una crisis bajista similar a la registrada en el primer semestre de este año.
La amenaza de debilidad estructural que pesa sobre el dólar no es el único "forastero en la ciudad". Para hacer buena sombra al dólar y que este registre nuevos episodios de fuerte ajuste cambiario, se precisan condiciones que no se dan si no es a través de shocks por su naturaleza imprevisibles. No hay diferencias evidentes entre el euro y el dólar que justifiquen un fuerte deterioro del uno frente al otro, y aunque la situación del dólar no sea ya la misma, en un mundo incierto seguirá siendo para muchos, el mal menor.