NACIONAL

Diez días de noviembre con la Democracia y la Justicia en juego

Raúl Heras | Lunes 06 de octubre de 2025
Durante die días, los que van del tres al trece de noviembre, por la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo pasarán el Fiscal General del Estado, como acusado, y otros ocho fiscales, como testigos. Pasarán los periodistas a los que escucho el juez Angel Hurtado y a los que no escuchó. La esencia de la Democracia y la base de la Justicia van a sentarse como espectadoras en primera fila. El acusador, Alberto González Amador, si gana, le entregará en bandera una tarjeta platino política de cara a las siguientes elecciones a la actual presidenta madrileña; si pierde, será el gran rival de Isabel Díaz Ayuso y el PSOE los que lograrán una victoria que necesitan para mantener su estrategia de “víctimas” en los casos Koldo, Abalos y Cerdán. Las claves de lo que será 2026, con citas obligadas a las urnas tienen en esos diez días gran parte de los resultados finales.

Siete magistrados, de amplia mayoría conservadora, serán los encargados de dictaminar quien o quienes son los responsables del delito, si es que lo hubo; o del intento de exculpación de una defraudación a Hacienda. Sin el clima de violencia política verbal que existe desde las elecciones generales y autonómicas de 2023 el juicio de este comienzo de noviembre no tendría sentido. Ni García Ortíz se estaría sentando en el banquillo (con Pedro Sánchez como sombra alargada a la que en realidad se persigue); ni González Amador habría visto como su deseo de pacto fiscal se había convertido en arma política (con la aún más alargadas sombras de Isabel Díaz Ayuso y Miguel Angel Rodríguez e incluso la de Alberto Núñez Feijóo). El abogado Carlos Neira, su agenda y su teléfono van a estar en el centro de todas las dianas. Hay más protagonistas pero la relevancia pública, los auténticos personajes para los que se ha escrito esta obra estarán sentados en sus sillones de mando.

Es un caso insólito que demuestra el desgaste del sistema democrático que nació en 1975 y que está a punto de cumplir medio siglo, lo cual es todo un record en la España que ha ido de espadón en espadón, Rey a Rey, dueña de un Imperio, odiada y admirada, combatida y destruída, detenido en el tiempo y necesitada siempre de una identidad que le sirviera para avanzar en la historia sin que sus propios hijos (una parte) la repudiaran como madre. Es una maldición que nace con aquel parto nacional - con cesarea entre los dos primeros Reinos que concibieron a la criatura para que fuera la primera potencia europea y mundial - que nos ha perseguido como un avieso devorador nocturno.

Tanto si a García Ortíz le declaran inocente como si le declaran culpable el daño institucional estará hecho. Será un héroe o una víctima del enfrentamiento político partidista, del empecinamiento de una izquierda y una derecha que no se admiten, ni se soportan y que cada día se ha vuelto más personalista y menos programática y con un menor sentido del Estado; incapaces ambas de establecer un decálogo de mínimos existenciales que se queden fuera de la confrontación electoral. Ha sido tan imposible como lo es que se instale la paz en Palestina de forma duradera o que los multiricos de fortunas imposibles de gastar en generaciones piensen en acabar con el hambre en el mundo o que la ONU se convierta en un instrumento útil en lugar de una obra teatral mal escrita y peor representada.

La gran diferencia entre los sumarios y juicios que se producirán en los próximos meses y años y el juicio al Fiscal General del Estado es que en los primeros estarán en el banquillo los ejecutivos de los asuntos públicos junto a sus aciertos y miserias personales y corporativas; en el segundo lo que volveremos a contemplar los españoles es a la Justicia como tal sentada a ambos lados, tanto como acusada como protagonista de una sentencia. Democracia con Justicia, dos palabras, dos conceptos en los que se debería basar la Libertad, que ya están seríamente dañados.


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