ECONOMIA

¿Falsa apariencia?

José Manuel Pazos | Lunes 30 de junio de 2025

El dólar ha protagonizado en los últimos dos meses esta columna semanal. Hemos intentado ser claros en cómo interpretamos su evolución y cómo esperamos que continue. Está reiniciando su curso a la baja, tras algunas sesiones de “estancamiento”, y lo hace con excusas que pueden llegar a ser tan peregrinas o verosímiles como el lector desee. No es distinto de lo que ocurre cuando el asunto es la guerra o una cumbre de líderes mundiales. Dediquemos esta columna a otras cosas.



Los mercados financieros se adentran en el verano con una apariencia de calma. Es comprensible: i) La volatilidad de los bonos está contenida (no es poca cosa); ii) las previsiones de los bancos centrales apuntan a una desaceleración económica suave; y iii) los recientes datos de actividad en Europa muestran que la economía resiste. Eso no quiere decir que no sean conscientes de que bajo la superficie se acumulan riesgos geopolíticos, desequilibrios estructurales y señales incipientes de fatiga en la economía global que está acusando el estrés al que está siendo sometida. Saben que esto puede traducirse en brotes de inestabilidad sin aviso ni demora.

POR ALLÍ…

En EE.UU., hay mucho a debate. En todos los ámbitos. Pero el mercado prefiere centrase en lo que mejor conoce. Su interés se focaliza en la aparente contradicción de las últimas proyecciones de la Reserva Federal, que anticipa dos recortes de tipos antes de que acabe el año, habiendo revisado al alza el desempleo, recortado las previsiones de crecimiento y elevado las estimaciones de inflación.

Describe un escenario de “estanflación suave”, donde el crecimiento se debilita sin que la inflación ceda al ritmo deseado. Parece plausible y es un problema. La estanflación siempre lo es. Mucho más ahora. Su presidente ha insistido en la elevada incertidumbre, alimentada por la ronda de aranceles que se ha de concretar y un proyecto de presupuesto todavía sin cerrar.

Sorprende que la FED evite calificar los aranceles como un simple “shock de oferta”. En su interpretación, son ante todo un impuesto sobre los beneficios de las empresas, que estas intentarán gestionar mediante ajustes en precios, márgenes o recortes de empleo. Si resultase mayor el impacto sobre el mercado laboral que sobre los precios, la Reserva Federal se vería obligada a actuar, pero entonces dispondrá de un menor margen para hacerlo a tiempo y se podría echar encima la recesión.

Por ahora, los mercados financieros siguen apostando por una política monetaria acomodaticia, casi preventiva, pero posiblemente con expectativas mal ajustadas en cuanto al momento e intensidad de los recortes. Las probabilidades en julio son muy bajas, para septiembre un 64%. Sin un deterioro muy acusado del empleo para entonces es cuestionable. Pero está todo abierto.

…POR AQUÍ

En Europa, los últimos datos de PMI reflejan una situación mixta, pero estable. La industria alemana ofrece signos de reactivación, mientras que los servicios moderan su reciente debilidad con el inicio de la temporada turística. Sin embargo, el mercado laboral sigue estancado y la mejora en los países periféricos se desacelera.

Los recientes repuntes en los precios de la energía podrían añadir presión a la inflación, pero su efecto depende de su persistencia. El BCE mantendrá la pausa prevista en julio y ganará tiempo para reevaluar la situación en septiembre. Si no fuera por lo que sabemos, el verano podría ser tan tranquilo como ahora los mercados aparentan.