“El presidente ha logrado más en sus primeros 100 días que la mayoría de las administraciones en cuatro años”. La cita corresponde a un artículo del vicepresidente con ocasión del aniversario. Sin embargo, cuando fue entrevistado para FOX tras conocerse la contracción de la economía en un 0.3% en el primer trimestre, relacionándolo con la política arancelaria, su respuesta fue “esta es la economía de Biden”.
FALTA DE CONSISTENCIA
Financial Times recogía la semana pasada las impresiones de los asistentes a una reunión el 25 de abril en la Casa Blanca entre el presidente del Consejo de Asesores Económicos y 15 representantes de fondos de inversión. Algunos invitados describieron sus comentarios como "incoherentes" o “incompletos”. Estamos ante uno los ideólogos más destacados en la defensa de un dólar débil. Su pensamiento sobre las consecuencias de las distorsiones que genera el dólar como moneda de reserva está recogido en una nota publicada en noviembre.
En su opinión, la política de aranceles es la respuesta adecuada, aunque ahora parece estar adoptando una posición pública menos beligerante. Las dudas de los inversores no aparentan tanto su origen en discrepancias como en la falta de consistencia en los argumentos.
Los mercados están guardando una calma relativa y, mientras parece que, en el dilema entre caos y control, la balanza se inclina al caos, prefieren asumir que la situación se irá aclarando conforme el maratón de negociaciones arancelarias del secretario del Tesoro con multitud de países, va consumiendo el plazo de 90 días que finalizaría a principios de julio.
De momento, sin resultados tangibles. Ha finalizado ya el periodo de carencia que afecta a los aranceles aplicados a los minimis de China, compras inferiores a 800 dólares. Es la primera medida arancelaria que tendrá efecto directo sobre los consumidores, algo que hasta ahora se limitaba a impactar en sus expectativas, pero no en su bolsillo.
EL RETO DE LA RESERVA FEDERAL
La contracción de la economía en el primer trimestre tiene su causa fundamental en el deterioro de la balanza comercial a causa del fuerte incremento de las importaciones que tratan de anticiparse a la imposición de aranceles. Aunque los indicadores de consumo ya manifiestan una importante moderación del gasto privado, los impactos reales están por llegar.
Habrá un momento a partir del cual, será difícil argumentar el deterioro económico achacándolo al pasado. O se reequilibra la balanza entre caos y control, o los dos próximos trimestres veremos cómo se consolidan lo que ahora solo son expectativas crecientes de recesión.
La Reserva Federal, que, tras sufrir los primeros ataques contra su independencia, momentáneamente ha salido del primer plano, regresa esta semana con su reunión de martes y miércoles, y tendrá que interpretar para los inversores como prevé gestionar una economía que solo acaba de empezar a reflejar en la demanda los impactos de la incertidumbre, pero que tendrá que afrontar ahora los efectos sobre la economía de la crisis más difícil de tratar para un banco central, la crisis de oferta. Tendrá que elegir entre inflación y crecimiento, y los efectos más persistentes de los aranceles son en lo segundo.
Eso forzará recortes de tipos, y pueden ser mayores de lo que se descuenta. No será esta semana, sino un poco más allá. Veremos como preparan a los mercados para que no se diluya por completo, en medio de este desbarajuste, el valor de la PUT que los mercados han confiado siempre en poder de la Reserva Federal.