NACIONAL

Cambiar todo para que todo siga igual por lo menos hasta el “superjunio” 2024

Raúl Heras | Lunes 27 de noviembre de 2023
Cambios en el Gobierno a la espera de más cambios en diciembre con la salida de Nadia Calviño y la subida de Escrivá para frenar las exigencias de Yolanda Díaz; cambios en la dirección del PP con más poder para Cuca Gamarra, Miguel Tellado y Carmen Fúnez y mucho menos para Elias Bendodo; cambios en los candidatos del PNV con la retirada obligada de Iñigo Urkullu, y de Bildu con la renuncia de Arnaldo Otegui. La Legislatura acaba de comenzar y ya se ve que va a ser más dura que la anterior, por lo menos hasta el “superjunio” de 2024 con sus tres elecciones.

Cambios que no cambian nada. El Gobierno seguirá la dirección que marque su presidente, dentro y fuera de España, en todas y cada una de las áreas que conforman los 22 Ministerios; el Partido Popular se mantendrá bajo la estrategia que lleva marcando su presidente desde hace meses, sobre todo en el reducido equipo de máxima confianza; los candidatos del Partido Nacionalista Vasco y de Bildu para los comicios autonómicos estarán bajo las mismas directrices de sus órganos internos.

Imanol Pradales tendrá que pelear y mucho con la candidata de Bildu, ya sea Nerea Kortajarena u Oihana Etxebarrieta, por el liderazgo dentro del independentismo vasco. Todo un problema añadido para el socialismo de Pedro Sánchez, ya que tendrá que elegir a cual de las dos formaciones va a ayudar a ocupar la Lendakaritza.

Son las consecuencias alargadas en el tiempo de las elecciones del 23 de julio. Había que cambiar de caras pero no de estrategia. Ninguno lo va a hacer. Todo para que nada cambie como señaló Lampedusa . Esa es una de las grandes máximas de la política. E

l nuevo Gobierno centrado en las políticas sociales y feministas que coloquen en segundo plano las especiales relaciones con los nacionalismos catalanes y vascos que han llevado a la negociada amnistía y al futuro referendum legal, con posibles “retoques” en las leyes y hasta en la Constitución.


Nos espera a todos los españoles y a los europeos en general un largo, complicado y sorprendente 2024. Las elecciones en las dos Autonomías españolas son esenciales para el equilibrio conseguido a última hora por Santos Cerdán y Felix Bolaños siguiendo las indicaciones de su jefe de filas. Importantes los resultados también para los dos partidos que encarnan la derecha y que son minoritarios en Euskadi.

Y en Galicia, Alberto Núñez Feijóo tendrá que volcarse para ayudar a su sucesor, Alfonso Rueda, en la presidencia de la Xunta para que mantenga la mayoría absoluta de la que goza desde hace dieciséis años. El nombramiento de Miguel Tellado como portavoz en el Congreso y que fue su mano derecha en las elecciones gallegas demuestra hasta qué punto considera que los resultados son cruciales para su propio futuro.

Los cambios en la otra formación del Gobierno ya se han producido, con ruptura total de relaciones entre la amalgama de siglas que maneja Yolanda Díaz y los restos de Podemos que controlan Irene Montero e Ione Belarra. Se van a enfrentar tanto en Galicia como en Euskadi, pero su gran cita serán las elecciones europeas.

Podemos ya tiene compañeros de viaje y hasta es posible que Pablo Iglesias quiera intentar repetir como eurodiputado, a nadie le amarga un dulce y sentarse en el Hemiciclo gigante de Estrasburgo es toda una caja de bombones.

Quién no ha movido piezas internas en su formación, en parte por haberlo hecho con antelación tras la salida de Espinosa de los Monteros de la dirección, es Santiago Abascal. Está obligado a hacerlo, tanto de cara a las listas vascas y gallegas como en las europeas.

En el Congreso, ese campo de batalla dialéctica que cada vez se parece más a un altar de sacrificio en el que los “sacerdotes” elegidos son cada vez más duros y broncos, Abascal va a tener en Tellado a su gran oponente, por encima de Patxi López. Dureza contra dureza y más dureza con la amnistía como gran arma con la que mantener el ataque continuo contra el Gobierno, muy por encima de lo que representan las dos guerras, tan diferentes y tan conectadas como son las de Ucrania y la de Palestina.

Queda el gran fin de fiesta electoral del año, la batalla entre republicanos y demócratas por La Casa Blanca. No parece que Biden vaya a representar los intereses de su partido, sobre todo si Donald Trump, pese a todos sus problemas con la justicia, consigue ser de nuevo el candidato de la hoy oposición. Gane quien gane, las repercusiones afectarán a todas las relaciones internacionales y a todos los equilibrios geo estratégicos que existen en estos momentos.

Ya se sabrá si Vladimir Putin sigue siendo presidente de Rusia tras las elecciones de marzo, co el añadido de los territorios ocupados en Ucrania y que ahora, para los rusos, ya forman parte de su Federación; y se habrá despejado la duda que puede tener Volodomir Zelensky en cuanto a realizar o no elecciones en su tierra, sin poder hacerlo en las regiones del Donest. Un complejo panorama en el que España es tan sólo un peón más en el tablero.


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