ECONOMIA

Nada de cantar victoria

José Manuel Pazos | Martes 21 de junio de 2022

El BCE no tiene un extraordinario desempeño en cuanto a la eficacia de su comunicación. Esto se pone de manifiesto más intensamente en periodos de agitación en los mercados. Son muchos años de atender a las señales que envían los bancos centrales y que se utilizan como argumentario básico para las decisiones de los inversores. Podemos excusar esta dificultad en la necesidad de conciliar diecinueve distintos intereses y visiones del papel de un banco central.



Sin embargo, hay también una tradición de intervenir cuando las condiciones lo exigen. Es un momento de incertidumbre muy importante en cuanto a la inflación, algo que no se ha vivido en varias generaciones, y tienen que demostrar que están al mando, anunciar lo que están dispuestos a hacer y en su caso, ejecutarlo. La reunión extraordinaria del miércoles tiene que ver con ese mensaje: “Estamos al mando”.

DISPOSICIÓN PARA ACTUAR

Pero hay otras razones que refuerzan hacer esto ahora. La más importante, atajar el proceso desde el inicio de las tensiones. Cuanto antes, mejor. El temor a que se desate una espiral inflacionista es todavía pequeño, pero el riesgo es mayor cada día. Ya lo vemos en la inflación subyacente. La otra tiene que ver con el calendario y es que el mismo día sus colegas de EE.UU. iban a anunciar un alza de tipos y podía ser de hasta 75 pb, algo no previsto antes del 1% de la inflación de mayo. Así ocurrió, y esto es importante, no tanto por la dimensión en sí, sino por lo que supone de mostrar preocupación ante un descontrol de los precios. En ese caso, y para evitar males mayores, mejor para el BCE anunciar que prepara mecanismos y que tiene disposición para actuar.

¿Es grave? No por el momento. Pero se trata de que no llegue a nivel de gravedad, aunque debemos de prepararnos para unos meses de inflación muy alta. Los bancos centrales, más allá de lo que hagan, tienen que mostrar que tienen herramientas y están en disposición de utilizarlas. Los estados más endeudados han tenido garantizada su financiación y ahora han de gestionar la transición, si es que estamos volviendo a tiempos normales.

TENDRÁ QUE SER SUFICIENTE

¿En cuanto a las medidas? Lo que ya se ha hecho. Comprar deuda mediante la dotación de mecanismos específicos. El problema será fijar cuánto dinero se pone en juego, y emulando a Draghi, será el que sea necesario. Que los tipos se encarezcan durante un tiempo, no es un problema mayor. Los gobiernos han estado alargando la vida media de su deuda y en el caso español afectará más o menos a 1/8 de su stock si los tipos se mantienen altos durante un año.

No es barato, pero tampoco crítico. Lo sería si la inflación muy elevada persistiese más allá de un plazo razonable. Entonces sería grave y volveríamos con la letanía ya conocida de si el euro está o no en riesgo. ¿En su contra? Que la deuda es ahora mucho mayor y que los gobernantes no quieren reconocer ante los gobernados que han gastado como si no hubiese mañana. Carpe diem.

No ha mejorado el BCE la comunicación. Nos deja con el misterio del mecanismo. Ya existe uno sin usar para estos casos, pero como exige condicionalidad… Seguimos sin querer mirar el problema de frente. Sin embargo y siendo positivos, no estamos ante los desequilibrios de 2008. Por eso que el BCE quiere inventar algo nuevo. Sin, o con pocos estigmas.

Claro que cuanto más se tarde en poner en orden la casa, más caro será después, porque lo que es inmutable en economía es que “no hay ponche gratis”. El euro, de momento, aguanta sin desplomarse aún más. Pero nada de cantar victoria. Hay mucho por despejar.


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