ECONOMIA

Desde el inframundo

Susan Athey, actual presidenta de la Asociación de Economistas norteamericanos.
José Manuel Pazos | Jueves 13 de enero de 2022
Entre los motivos más sólidos que pueden enumerarse para que una divisa se aprecie, de un modo más o menos consistente, es muy poco probable que se mencione la inflación. De hecho, habría de aparecer en la lista de lo contrario. ¿Qué otra cosa es la inflación sino la pérdida de valor de la moneda?

Que cambie el último dígito del calendario, no cambia esto, como tampoco lo está haciendo la opinión de los actores del mercado, que continúan, en su amplia mayoría, vinculando la mayor o menor fortaleza de la divisa norteamericana a su diferencial de inflación con el resto del mundo.

Vale, no se presenta de este modo, pero es en lo que consiste. Precios más altos y una divisa más fuerte es la mayor contraindicación para una economía que quiera corregir su déficit exterior, y si para atraer el capital que necesita, se ve obligado a pagar más a los inversores, entonces el problema no hace sino aumentar. Así ha sido siempre. Al menos hasta que los tipos empezaron a manipularse del modo que se ha hecho.

Ahora, con poco más que se pague, o se espera que se pague, la balanza de movimientos de capital, bascula, y el tipo de cambio, fiel de esa balanza, lo hace en sintonía. Es el inframundo de los economistas, donde habitan fuerzas misteriosas de difícil interpretación racional, pero que se utilizan como argumento para explicar cómo y porqué se mueve el dinero.

AUMENTA EL CONSENSO

Podría aparentar que, ante la dificultad de conciliar la ciencia económica con los hechos, las visiones entre estos científicos sociales tenderían a ser cada vez más discordantes. Pues no. Según la última encuesta a sus miembros de la Asociación de Economistas norteamericana, el consenso en aspectos considerados clave aumenta de forma singular. Efectuada una vez cada 10 años, en la correspondiente a 2021 más de un tercio de los encuestados estaban “muy de acuerdo” con las tesis que se les planteaban.

Hace 10 años (2011) este caso se daba en el 15% y diez años antes (1991) no llegaba al 10%. El consenso es muy amplio (86%) cuando se trata de dar importancia a la inadecuada distribución de la riqueza, o a la excesiva concentración del poder empresarial (85%). También en que la Reserva Federal no puede manejar por si sola el ciclo económico y que precisaba de la asistencia fiscal del gobierno; o en la importancia económica del cambio climático.

Y LA CULPA ES DE...

Aparenta que los economistas, al menos los norteamericanos, se están alejando de las tesis más cercanas al liberalismo económico para acercarse a otras más proclives a la intervención de los gobiernos. No es extraño entonces que, desde una publicación liberal tan influyente como es The Economist, HYPERLINK "https://www.economist.com/leaders/2022/01/08/democrats-seem-drawn-to-hare-brained-schemes-to-control-inflation" se reproche al presidente de EE.UU. la tendencia a culpar de la tensión en precios, -que tanto disgusto le causa en las encuestas-, a los mercados manipulados y a las grandes corporaciones que buscan ampliar sus márgenes.

Nada que ver con el incremento de la deuda y la impresión masiva de dinero y su consecuencia en los mercados de valores, que multiplican por cuatro el crecimiento del PIB, o con la ausencia de mejoras de productividad. Parece que las sociedades, sus gobernantes y por lo que se ve, sus científicos sociales, se han hecho adictos a la deuda y a la vista de cómo van las cosas, no ven el momento de regresar del inframundo donde resultó que sí existía el árbol del dinero.
Algunos en Europa, sin mucho ruido y menos eco, advierten que este sueño no puede durar para siempre, y es que ya advirtió Goya en una de sus obras, que “el sueño de la razón produce monstruos”. Veremos dónde está el dólar al despertarnos.