SOCIEDAD

La brecha salarial persistirá más de cien años

Miércoles 24 de febrero de 2021

Por Marta Gómez Galán

El 22 de febrero se celebró el Día de la Igualdad Salarial, pero lo cierto es que, de momento, hay poco que celebrar. La brecha entre hombres y mujeres no solo no se ha cerrado, sino que en el último año se ha distanciado más, según la Fundación Woman’s Week.



Con estos datos, harán falta 121 años para alcanzar la igualdad real. Habrá que esperar como mínimo tres generaciones para poder alcanzar esa igualdad real en lo relativo a los salarios.

Estas son algunas de las conclusiones de el informe ‘Brecha salarial y techo de cristal’, realizado por los Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha) en la antesala del Día para la Igualdad Salarial de 2021.

Según los últimos datos de la Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT), las mujeres cobran de media 4.948 euros menos que los hombres, una cifra que ha aumentado en 33 euros durante el último año. Lxs técnicxs admiten que las mujeres tendrían que ganar un 27,6 % más para igualar el sueldo de los hombres.

Además, según informes de CSIF y UGT, la crisis sanitaria, provocada por el Covid-19, eleva la brecha salarial de género a niveles de hace ocho años.

Algunos de los factores que provocan esta situación son la feminización de los cuidados y de los sectores peor pagados.

Además, según se puede extraer de una investigación sobre género y desempleo en el Reino Unido que está llevando a cabo Aliya Hamid Rao, socióloga de la London School of Economics y que publica El País.

Rao destaca cómo durante la pandemia se ha puesto en evidencia que el trabajo del hombre sigue siendo al que se otorga mayor prioridad. Una realidad que puede explicar la tendencia a dividir los espacios de la casa, cuando los dos miembros de la pareja teletrabajan, del siguiente modo: los lugares silenciosos, como despachos o habitaciones independientes, se reservan para los hombres y las zonas comunes como la cocina, el comedor o el salón para las mujeres.

Rao apunta también que “el hogar no es un espacio neutral: está empapado de expectativas de género y de las obligaciones que los miembros de la familia tienen entre sí”.


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