NACIONAL

Arrimadas y Errejón se resisten a desaparecer

Iñigo Errejón e Inés Arrimadas.
Raúl Heras | Jueves 10 de diciembre de 2020
Si Inés Arrimadas dejara la dirección de Ciudadanos es muy posible que el partido desapareciera en pocos años, apenas en dos convocatorias electorales. Si eso mismo lo hiciera Iñigo Errejón, Más País desaparecería con toda seguridad.

Los liderazgos de una y otro sirven de unión entre las partes, son el pegamento que impide la división de las dos formaciones en los territorios en los que han conseguido una mayor o menor representación política y fuerza electoral. A la sucesora de Alberto Rivera la favorece la inestabilidad de Pablo Casado al frente del Partido Popular, las divisiones que afloran a través de los distintos barones y baronesas que gobiernan o dirigen en las Comunidades Autónomas, y en especial le ayuda en su propia supervivencia la actividad de Isabel Díaz Ayuso en Madrid. La presidenta de la Comunidad madrileña se ha convertido, de hecho, en la referencia de la oposición al gobierno de Pedro Sánchez, por encima del propio presidente de su partido y de su secretario general.

Mantenerse en el centro político, equidistante tanto del PSOE como del PP y de Vox es difícil. Siempre lo ha sido en España. Sucumbió Adolfo Suárez, sucumbió Rosa Díez, tuvo que marcharse Rivera, y lo hicieron muchos otros que representaban a otras siglas y en otros territorios, desde la Unió Democrática de Durán Lleida al Partido Andalucista de Rojas Marco. La presión que se ejerce desde los dos lados termina por ahogar las expectativas electorales, y sin votos y sin escaños, la muerte es un hecho.

Ese es el desafío que tiene por delante la líder de Ciudadanos. ¿Los peligros?, los mismos que tuvieron sus “antecesores” en ese espacio político: la desbandada de los dirigentes en busca de un puesto más seguro en otras formaciones, con el consiguiente desmoronamiento de la organización. Unos podrían ir al PP, otros al PSOE y otros directamente abandonarían la política.

El máximo responsable de Más País lo tiene mucho peor. Se separó de Podemos por sus discrepancias personales y organizativas con Pablo Iglesias, consiguió vencerle en Madrid con la inestimable presencia y ayuda de Manuela Carmena; junto estuvieron a punto de conseguir la presidencia de la Comunidad y la alcaldía de la capital, pero el deseo se convirtió en sueño irrealizable en el futuro tras el abandono de Carmena.

Errejón sólo puede buscar su supervivencia y la de sus jóvenes siglas en acuerdos con otros desencantados de Podemos y contrarios al hiperliderazgo de Iglesias. Mientras el actual vicepresidente segundo del Gobierno se mantenga como referente de Unidas Podemos, por encima de Alberto Garzón y del resto de representantes de la coalición, sus posibilidades de superar e incluso de mantener sus dos escaños en el Congreso son nulas. El pacto con Compromís desaparecerá con la misma rapidez con la que se hizo.

Todos los que se presentaron con esa siglas en los comicios autonómicos, locales y generales ya saben que su fuerza tiende a disminuir con el paso del tiempo. O negocian con las formaciones de origen marxista más radicales o miran hacia el PSOE de la misma forma que lo hicieron otros dirigentes del PCE como Enrique Curiel, de la ORT como José Sanromá; o incluso del Frap como el ex-conseller valenciano Rafael Blasco, que eran mucho más duros y con mayor recorrido político que ellos mismos.

En un ciclo o etapa de concentración económica y financiera, el regreso asl bipartidismo imperfecto a nivel nacional es casi obligado si se quiere lograr una representación en el Congreso y e el Senado. Se podrá “resistir” a nivel autonómico en base al conocimiento y éxito directo de los representantes de esos dos partidos, al igual que puede suceder a nivel de los Ayuntamientos, pero con el peso actual que tienen, muy por encima de Más País el de Ciudadanos, va a ser imposible. Tanto Arrimadas como Errejón lo saben y lo temen. A comenzado el tiempo de negociar su futuro de la mejor forma personal posible.


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