NACIONAL

El club de los mentirosos quiere a España culpable

El primer ministro holandés Mark Rutte y Angela Merkel.
Raúl Heras | Jueves 29 de octubre de 2020
En el "juego" del poli bueno - poli malo lo único seguro es que los dos son unos mentirosos y que asumen su papel según las circunstancias y el " acusado " al que someten a su presión. Con esta base hay que escuchar y analizar las declaraciones y admoniciones que hacen a España desde Bruselas, Berlín o Frankfurt. Ese club se tambalea por la pandemia y ya quieren colocar a España el cártel de culpable.

A los “frugales” holandeses y finlandeses les ha costado pero terminaron aceptando que debían ceder para no destruir en sus cimientos la Europa del euro, y se han acercado mucho más a las tesis y modos de hacer de la alemana Angela Merkel que del español Pedro Sánchez desde el principio de las negociaciones y acuerdos para el reparto de los 750.000 millones de euros. Ahora toca analizar la segunda ola del Covid y ya están sentando las bases para culpar a España y recordar la célebre “gripe española” de hace cien años.

Los dos países se han "especializado" en criticar, amenazar, exhortar y exigir a los países más débiles de la zona euro, entre los que se encuentra España, con olvido reiterado de los problemas que tienen y que exportan con claro ventajismo los otros, los suyos, a los que ni siquiera citan a la hora de ver las consecuencias que en sus propias economías y en sus sistemas financieros tienen los malos augurios que les pronosticaban y pronostican a los primeros tras la segunda ola del virus y el necesario reajuste en los PGE de todos los países.

Desde los tiempos en que era Jeroen Diseljoem el que amenazaba con la crisis bancaria y Olli Rehn se encargaba de quitarle hierro y asegurar que no eran extrapolables las condiciones que se estaban pidiendo al entonces gobierno de la pequeña Chipre; ahora los protagonistas cambian el nombre de los ministros pero exigen al gobierno de Pedro Sánchez más medidas de ajuste y a más velocidad, mientras que la prudente Merkel se ha lanzado a la piscina del optimismo y nos ha colocado a los españoles como la próxima gran sorpresa positiva de Europa.
La consecuencia del " juego" de los eurócratas es única para España y la han entendido a la perfección el presidente del Gobierno y sus dos brazos ejecutivos en los temas económicos, Nadia Calviño y María Jesus Montero: en este mes de octubre ya han señalado en los PGE más medidas de ajuste y más duras no sólo para los más ricos, sobre todo para la sufriente clase media. Saben que para conseguir que Bruselas “aceleren” la llegada de los primeros miles de millones de “nuestros” 140.000 tenemos que reducir nuestro déficit público, ya sea al 5,5% que nos exigieron para 2013 contando con la “comprensión” de los efectos económicos del Covid 1. Eso y una amenaza más cortarnos unos cuantos de miles de millones de euros por no cumplir con los niveles de exigencia, pese a reconocer que no son posibles.

Nos exigen más reformas laborales, más impuestos directos e indirectos, menos derechos en pensiones y en sanidad, y todo ello bajo el caparazón de que sólo así tendremos futuro. Ese es el auténtico tel´pon de Aquiles de los PGE que vamos a enviar a Bruselas una vez los aprueben en el Congreso de los diputados. Con el añadido incongruente de que están alarmados por nuestra elevada cifra de paro, por el poco éxito que ha tenido hasta ahora las medidas tomadas contra la pandemia, y por la caída en picado del consumo interno.

Unas circunstancias que les llevarono en el inmediato pasado a cambiar las condiciones y plazos que dieron en 2013 para Irlanda y Portugal alargándolas en siete años, al igual que les había pasado en Grecia. Y al igual que les volvió a pasar en Eslovenia e Italia; y que les puede volver a pasar en España en la próxima Primavera. Cualquiera antes que la sacrosanta Alemania y sus interesados "monaguillos" , Holanda y Finlandia, dos países con menos población que la Comunidad de Madrid y con una superficie - práctica en el caso fines - también más pequeña.

Ni España, ni Europa en su conjunto pueden esperar a las elecciones generales de Alemania para ver si Merkel o su sustituto cambian de orientación en la política global del Continente. Pedro Sánchez parece que esta despertando del letargo en el que le tenía sumido la canciller teutónica y ya pide cambios en el ritmo, en el diseño y en la gestión de los asuntos europeos.

Tal parece que se ha dado cuenta, al igual que el resto de sus ministros y nunca es tarde si la dicha es buena, que por este camino que nos querían imponer no saldremos de la crisis en muchos años y que cuando lo hagamos lo haremos en el furgón de cola, si es que para entonces se mantiene la Europa del euro, que es de la que empiezan a renegar algunos líderes de los países más afectados, hartos de las imposiciones y obligaciones que se lanzan desde Bruselas y Frankfurt.

Unos y otros pueden mirar a Japón y al cambio drástico que realizó el gobernador del Banco de Japon, que harto de quince años de crisis inacabable decidido "copiar" la política de Estados Unidos e insuflar en la economía nipona 500.000 euros cada año en compra de bonos, el doble de lo que estaban haciendo su colega norteamericano y, desde luego, lejos de lo que hacía en Europa Mario Draghi con el Banco Central. Y que cambió radicalmente con la llegada de Christine Lagarde. Mejor inflación que recesión año tras año.

En este Club de los Mentirosos en el que se ha transformado Europa las mayores mentiras y las mayores trampas las dicen y las hacen los más grandes. Se trata de repetirlas muchas veces, primero para que se las crea el vecino, después para que se las crean en casa.


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