Tur Torrres

La prisión de Iñaki, el hombre que fue duque

Tur Torres | Lunes 18 de junio de 2018
A sus 50 años recién cumplido, el exduque de Palma acaba de ingresar en Brieva, una cárcel de mujeres, en la que los hombres que han pasado por ella lo han hecho por muy pocos días. El único que permaneció siempre tras sus muros fue Luis Roldán,

De los diez años que Luís Roldán, el ex director general de la Guardia Civil, pasó en la cárcel de Brieva sólo le queda el recuerdo del frío. El pequeño pueblo segoviano donde está la prisión tiene un alcalde del PP desde hace 23 años, Nicolás Herranz, 85 habitantes, una iglesia, una ermita y apenas medio centenar de casas. A siete kilómetros de Segovía, el aire de la sierra azota los muros de hormigón del recinto y las 180 celdas que lo componen.

Allí va a vivir durante unos meses Iñaki Urdangarín, el hombre que fue duque de Palma por su matrimonio con Cristina de Borbón, infanta de España, nieta, hija y hermana de Reyes. Se creó el Ducado vitalicio por Juan Carlos I el 26 de septiembre de 1997 como regalo de boda para su hija Cristina, y se revertió a la Corona el 15 de junio de 2015 por decisión de Felipe VI, que es hoy quien lo ostenta junto al resto de títulos de la Monarquía española.

Brieva es cárcel de mujeres, por eso los hombres que han pasado por ella lo han hecho por muy pocos días. El único que permaneció siempre tras sus muros fue Luis Roldán tras ser detenido en Tailandia en una rocambolesca operación policial cuando Juan Alberto Belloch era ministro de Justicia e Interior y la hoy responsable de Defensa, Secretaria de Estado. Tiempos que se enroscan como una serpiente en el calendario del poder, con los jueces de nuevo convertidos en eje del pasado, del presente y del futuro de España por la incapacidad de la política de regularse a sí misma en los comportamientos de los que la practican a diario.

Es una cárcel de suicidios, tres en año y medio, tres mujeres que decidieron morir sin explicar sus motivos, salvo que alguna de las otras cien reclusas con las que compartían sus días haya servido de confesora de sus males. La última, Samira Yerou, detenida en Turquia cuando intentaba llegar a Racca para sumarse a las milicias yihadistas del Daesh con su hijo de 3 años. La condenaron a cinco años en 2016, los mismos que al ex duque. Dos historias que tienen dos únicos puntos en común, el cinco y el frio de Brieva.

Iñaki acaba de cumplir 50 años, Samira tenía 35 en su muerte colgada con su fular de los hierros de su litera. Era marroquí y quería que la trasladasen a Cataluña donde vive su hijo, para poder verlo dentro del régimen de visitas, algo que posiblemete no necesite el cuñado del Rey. La terrorista arrepentida estaba a punto de cumplir los dos tercios de su condena, una situación que le hubiera permitido solicitar el tercer grado. Esa situación es la que le permitirá a Urdangarín salir de Brieva dentro de tres meses si, como aseguran juristas expertos en derecho penal, de todos los delitos por los que ha sido juzgado y condenado tan sólo uno conlleva “necesariamente” el ingreso en prisión, con una pena de dos años y tres meses. El resto, hasta los cinco y diez meses reponden a la suma del resto y pueden “cambiarse” por multas económicas.

Serían dos tercios de los 26 meses los que debería cumplir, pero tras las reformas de las Leyes Orgánicas 7,11 y 15 de 2003, el artículo 72.3 de la Ley Orgánica General Penitenciaria dice de forma textual que el recluso “puede ser situado incluso desde el primer momento en grado superior”, un texto que permitiría al marido de Cristina de Borbón cumplir con la Ley en apenas esos tres meses.
Mientras se cumplen esos plazos y se cumplen o no esas previsiones jurídicas y penitenciarios, Iñaki Urdangarín estará aislado en un módulo compuesto de cinco celdas que estaban vacías hasta su llegada, con un pequeño patio de 25 metros de largo por 7 de ancho y sin ningún tipo de contacto con el resto de las reclusas.


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