Rafael Gömez Parra

Peleas en la derecha ... dudas en la izquierda

Martes 21 de octubre de 2014


La convocatoria adelantada de elecciones en Euskadi y en Galicia para el 21 de octubre va a marcar el calendario político español en el próximo otoño y volverá a demostrarse, como ya ocurrió en los comicios andaluces y asturianos de marzo, el enorme enfado de los ciudadanos con la política de Mariano Rajoy que se traducirá muy probablemente en una debacle para los candidatos del PP , especialmente en el País Vasco, a pesar del intento del Gobierno de conseguir que los “exiliados” de derecha que viven fuera de su región puedan votar por correo aunque no estén empadronados allí desde hace muchos años. El beneficiado no va a ser, en ningún caso el PSOE cuya política no se diferencia en nada de la del PP, pero algo empezaría a cambiar si Bildu en Euskadi consigue tener la lleve del Gobierno o si Izquierda Unida, por primera vez en mucho años, entra en el Parlamento gallego.

Ese será el “toque” político, porque el verdadero conflicto estará en las calles en las protestas ciudadanas contra la brutal subida de impuestos y el desmantelamiento del sistema público de sanidad, enseñanza y servicios sociales. Las vacaciones de verano interrumpieron un proceso que tuvo mucho de espontáneo, cuando los funcionarios –en gran parte de derechas- se tiraron a la calle ante la eliminación de la vasca de Navidad decidida por Rajoy, y que obligó a los líderes sindicales, Ignacio Fernández Toxo (CC.OO) y Cándido Méndez (UGT) a tratar de retomar la iniciativa con algunas manifestaciones y la “promesa” de un otoño caliente. La visita que ambos dirigentes hicieron a Angela Merkel, gracias a los oficios de los sindicato alemanes, además de no servir para nada, fue la demostración palpable de las pocas ganas que tienen de romper con un sistema en el que ambos han vivido como reyes.

En el campo del Gobierno y de los partidos mayoritarios (PP, PSOE, CiU y PNV, principalmente) la decisión parece estar tomada desde hace tiempo: permanecer como sea en la Unión Europea y cargar el coste de la crisis –incluidas las deudas de los bancos y de las grandes empresas- sobre los ciudadanos y las únicas diferencias de criterio están en cuestiones más ideológicas como acabar o no con las instituciones públicas para dejar todos los servicios en manos privadas, volver a penalizar el aborto, acabar con los matrimonios homosexuales o recobrar la enseñanza por sexos. Son temas políticos de gran calado que tapados por los problemas económicos pueden pasar un tanto desapercibidos y que están también en el transfondo de la pelea política que mantienen en Estados Unidos el “demócrata” Obama contra el “republicano” Mitt Romney.

La ofensiva del “Tea Party” es evidente en todo el mundo y tiene en España como “piedra de toque” el intento del rey de los casinos Sheldon Adelson de convertir el juego y otros tipos de ocio de Las Vegas en un nuevo modelo de desarrollo al margen de la legislación del país. Adelson un “halcón” norteamericano que apoya la línea dura de Israel es también uno de los financiadores de la campaña de Romney.

Una eventual victoria del “Tea Party” en Estados Unidos daría más alas a una Esperanza Aguirre que no deja de criticar las medidas de Rajoy –especialmente la subida de impuestos y la política sobre los presos de ETA- y que ha pedido expresamente en varias ocasiones el fin del Estado de las Autonomías para volver al centralismo. El propio hecho de que el líder del PP tenga que aguantar estoicamente esas andanadas demuestra que el liderazgo de la derecha española sigue estando en duda, algo que volverá a salir a la luz si el PP pierde las elecciones de octubre, especialmente las gallegas.

Rubalcaba también se juega mucho en ambos comicios y tiene en Tomás Gómez, el líder socialista madrileño, su principal contrincante interno, aunque la que tiene más posibilidades de quitarle el puesto todavía es Carme Chachón, aunque muchos creen que su tiempo ya ha pasado. En el campo de la oposición también hay grandes controversias y luchas internas para decidir la táctica más apropiada para hacer frente a las duras medidas del Gobierno del PP. En el 15-M, por ejemplo, hay quien tiene claro que el objetivo solo puede ser la disolución de las Cortes actuales y la redacción de una nueva Constitución que abra las puertas de la política a los ciudadanos, eliminando la partitocracia del PP y del PSOE, buscando fórmulas para que la participación de los electores no se limite a votar cada cuatro años y evitar, por ejemplo, que Rajoy gane las elecciones con un programa que está incumpliendo desde el primer día.

Desde estos sectores del 15-M se ha lanzado la consigna de “tomar el Congreso” pacíficamente para lo que harían falta no menos de medio millón de personas rodeando el fortín en el que el Gobierno ha convertido la Cámara legislativa y donde se cachea habitualmente a todos los visitantes para evitar sorpresas.

Otra parte del 15-M está por seguir con las tomas periódicas de la Puerta del Sol para celebrar sus asambleas y lanzas sus consignas a la espera de que los desastres electorales de PP y PSOE provoquen el cambio político. Es te sector es el que rechaza cualquier forma de violencia y que se mostró contrario a las acciones de parar el metro en Madrid.

En el mundo sindical, los intentos de los mineros de acudir también a métodos más agresivos, que se vieron en las cuencas antes del verano, fueron finalmente “encauzados” por los sindicatos con una marcha a Madrid que no consiguió ni siquiera que les recibiera el ministro de Industria, José Manuel Soria, pero que agotó a los mineros. Solo el sindicato de jornaleros andaluz, SAT, con sus tomas de supermercados, parece ahora fuera del control de CC.OO. y UGT, aunque su lucha está también relacionada con las discusiones internas que se están produciendo en Izquierda Unida, que en los últimos comicios ha subido su porcentaje de votos de una manera pequeña pero significativa. En IU están aquellos, que como el líder madrileño Angel Pérez, odia todo lo que huela a 15-M y que ha estado apoyando hasta el último momento la participación de la organización en Bankia, negándose también a dejar el coche oficial o a rebajarse el salario. Pérez que lleva treinta años viviendo de la política es el principal escollo que tiene IU ahora para cambiar, lo mismo que algunos líderes andaluces, como Diego Valderas, José Luis Centella, Willy Meyer, etc, que son los que propiciaron la entrada de la coalición de izquierdas en el Gobierno andaluz a pesar de la negativa del alcalde de Marinaleda, José Manuel Sánchez Gordillo, que lidera precisamente la oposición frontal al PSOE y que participa en los actos de los jornaleros.

En medio de ambos sectores de IU se mueven otros líderes como el veterano Gaspar Llamazares, que ha fundado un nuevo partido, Izquierda Abierta, con el que ha estado a punto de marcharse de la coalición para intentar algo parecido a lo que hizo Alexis Tsipras, con Syriza, segundo partido en las elecciones legislativas de ese país. Son de destacar también las actuaciones en el Congreso del andaluz Alberto Garzón, integrante del 15-M, y el catalán Joan Coscubiela, ex secretario general de CC.OO. de Cataluña.

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