Raúl Heras

Junqueras, la oropendola enjaulada quiere salir de Estremera

Miércoles 22 de noviembre de 2017
Tiene el pecho amarillo y las alas negras. Es hábil, escurridizo, monógamo y territorial. Mide apenas 25 centímetros Eso dicen los ornitólogos de la Oriolus oriolus, para entendernos oropéndola, a la que se llama Oriol en catalán y que dió nombre a la ciudad de Orihuela, la misma que Miguel Hernández convirtió en sede de la poesía de barro y fábrica, mucho después que un obispo que era virrey de Valencia se largara con el emblema de la misma de plata y oro. El Oriol macho hace sus nidos con rapidez y aunque es ave migratoria y de larga distancia se suele ocultar entre el ramaje y los rayos de sol, una costumbre que comparte con nuestro Oriol político de apellido Junqueras, y que le disputaría al recordado Pavarotti un desfile de tallas grandes.

El líder de Esquerra Republicana de Cataluña y ex vicepresidente del gobierno de la Generalitat ha estado oculto entre la ramas del soberanismo hasta hace apenas un rato, que el tiempo político se mide de otra manera, hasta llevar a los suyos, a los catalanes, a una misión imposible tal y como están las cosas por la Europa comunitaria y la España de las mil crisis. Quiso hacer el nido independentista con tanta rapidez que se le deshicieron las ramas en cuanto llegaron las rapaces del estado que son más, más fuertes y mejor dotadas para esas batallas.

Sucesor de Joan Puigcercós en la presidencia del partido que fundaran Francesc Maciá, Lluis Companys y Josep Tarradellas - todos desaparecidos en el tiempo o bajo los fusiles cuando en España se dieron las órdenes de matar de un lado a otro de la legítima República - este alcalde de San Vicent dels Horts quiere que Cataluña trate con el " estado español" al que despoja de identidad propia, de igual a igual. Y pese a que es historiador en su tierra y de su tierra mantiene que España, la innombrable ha estado sojuzgándola desde los tiempos de Wifredo el Belloso y no solamente desde que Felipe V dió un hachazo a sus privilegios tras conseguir que la dinastía Borbón se afincase al sur de los Pirineos desde que el Luís Sol de los franceses le hiciera Rey en el mismísimo palacio de Versalles.

Aquel pacto entre las potencias que dominaban Europa, que cerraba un siglo y abría otro se basó en un reparto de tierras y dineros entre la corona que estrenaba nuestro primer Borbón y el archiduque del Imperio europeo, con los voraces depredadores británicos siempre atentos a sacar tajada, que un trono bien valía un Gibraltar, una Menorca y unos navíos hacia las Américas. Hace 300 años de aquello y una parte de los españoles-catalanes que heredaron esa memoria parecen empeñados en que a la España que perdió en una de esas guerras civiles y territoriales en las que nos empeñamos de tiempo en tiempo, vuelvan a mirarla y “administrarla” entre los mismos de siempre, ya se llamen ahora Merkel, Macron y Teresa May.

Su pueblo, el de Oriol, en el que la lista electoral más votada fue socialista, debe a los emigrantes su papel en el entorno de Barcelona. En 20 años pasó de 5.000 a 28.000 habitantes gracias a los " charnegos". Siempre que puede, sea desde un escaño o muna celda de 11 metros, el se declara católico, sentimental y amante de la paz y la cultura japonesa, que es minimalista y el maximaliza todo. Aspiraba y aspira a mandar mucho, con permiso de un Artur Mas soterrado y un Puigdemont entronizado en el exilio de la ciudad que tiene un “Manneken Pis” en una esquina partida y una Gran Plaza que don Carles patea como un turista con escolta. El uno, el otro y los que les siguen han cambiado de siglas y escudo para enterrar la historia convergente que heredaron de don Jordi en busca de que nada cambie entre la aristocracia republicana de Cataluña mientras las aves autóctonas pierden nidos y polluelos víctimas de especies invasoras con nombres tan genéricos como “fondos buitres”.

El oropéndolo y el resto de los plumíferos se pusieron a mover las alas con nerviosismo y sin permiso de un diestro y avezado felino que responde al nombre de Mariano, al que daban por amortizado y hasta amortajado en el mausoleo de La Moncloa sin pensar que el político gallego es un gato con siete vidas, y que los felinos suelen comerse crudos a los gorriones que se ponen a su alcance .

Es lo que tienen las urnas, que las cargan los políticos con salvas pero las dispara el diablo con munición de muerte. Otros y algunos que les acompañan en su afán de escribir la otra historia con renglones torcidos reivindican que Cristobal Colón era catalán, que Miguel de Cervantes era catalán, que Rodrigo Díaz de Vivar era catalán, y que el Santo Grial está en Cataluña tras esconderlo en sus abadias aquellos cátaros que huyeron de Francia, protegido por los caballeros del Temple. Los masones del mandíl y el compás son así. Algunos confunden el ojo triangular de Dios con la Trilateral de los banqueros. Simple efecto de las dioptrias que padecen.


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