Raúl Heras

El tiempo de los corruptos y el Rubicón de Cristina

Miércoles 03 de mayo de 2017
La presidenta madrileña cruzó el Rubicón el 14 de julio de 2016 cuando envió la auditoria interna del Canal a la Fiscalía

En el amanecer del dos de mayo de 2017 Cristina Cifuentes cuenta los minutos. Cada uno de ellos le acerca a otra de las fronteras que tiene que cruzar. Es difícil dormir cuando te esperan cientos de invitados, las cámaras y micros de todas las televisiones y todas las emisoras de radio y los blocs de notas de los periodistas que sabe van a estar en la antigua Casa de Correos de la Puerta del Sol.

Va a entregar medallas de oro y plata. Es la parte amable, pueda dejarlo ahí, en la glosa de los premiados, en el significado de ese dos de mayo que habla de un pueblo que se levanta contra las tropas que ocupan la ciudad. Puede pero no quiere, ya ha decidido la forma de vestir, ese detalle que para ella es importante. Y tiene decididas sus palabras, las que van a golpear sobre sus antiguos jefes, sobre sus compañeros encarcelados, sobre el hombre y la mujer a los que ha sucedido al frente de la Comunidad. Sin nombres pero con los rostros de Ignacio González, de Francisco Granados, de Edmundo Rodríguez Sobrino y de Esperanza Aguirre en los ojos de todos.

La frase es un cuchillo: "el tiempo de los corruptos se ha terminado". Conoce la historia, sabe lo que significa cruzar el Rubicón. Lo hizo el 14 de julio de 2016 cuando envió la auditoria interna del Canal a la Fiscalía. Rojo sobre negro en su vestimenta como versos de sangre sobre la letra impresa de los autos judiciales. La política que se cobra su tributo desde mucho antes de que se contaran los años cristianos. Heroes y villanos de veinte siglos la contemplan.Piensa en las viejas lecturas de la Universidad, las luchas descarnadas por el poder, las víctimas y verdugos que se asoman por sus ojos entrecerrados...

En el amanecer del 12 de enero de hace 2066 años Julio Cesar mira el frío caudal del Rubicón. Ha vencido a todas las tribus galas y vuelve a Roma. Si lo cruza con sus cinco Legioneshabrá roto con una ley que lleva en vigor casi doscientos años: los generales romanos no pueden entrar en Italia con sus tropas, una forma de evitar que los militares tomen el poder por las armas en contra de la República.

El cambia la historia de Europa haciendo que su caballo rompa el agua y que las "caligae" de sus legionarios resuenen con sus tachuelas de hierro sobre el pedregoso lecho del rio. Cesar es un maestro en la propaganda política. Conoce a las masas y sabe que tras las victorias que ha conseguido en las Galias tiene que asentar su poder y su mito de general victorioso en lo que cuenten los historiadores. Plutarco que, como él, habla griego dejará escrito que sus palabras fueron:"que empiece el juego". Suetonio empleará el latín y conseguirá la inmortalidad con su crónica de guerra: "alea jacta est". Cifuentes ya ha cruzado su propio rio político, ya ha dicho su frase para las crónicas periodísticas. A partir de ahora tiene que procurar que sus "senadores" no consigan "matarla" en las inevitables conspiraciones que cruzaran de norte a sur y de este a oeste la capital del Reino. Ha optado por el desafío y no quiere, ni puede echarse atrás.