SOCIEDAD

Una estrategia energética para el futuro

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Por Juan E. Iranzo

Martes 21 de octubre de 2014

La sostenibilidad energética, como elemento con carácter netamente estratégico en el panorama mundial, se sitúa en el punto de mira de todos los países que presentan un fuerte componente comercial, aunque también en aquellos que no se caracterizan por tal componente. Con esta premisa, y a escala internacional, se pretenden llevar a cabo estrategias tendentes a reducir tanto la dependencia energética como el coste total de ésta para los Estados.

Es evidente que el fenómeno de la globalización económica al que estamos asistiendo, junto al desarrollo, cuando menos espectacular, de algunas economías como la china, conllevan un uso cada vez más intensivo de energía, sea cual sea su procedencia o modo de producir. Como consecuencia de ello se han de tener claras determinadas premisas que van a constituir los fundamentos de una correcta evolución del sector energético. Estas premisas van a ayudar a maximizar el consumo energético y, además, van a lograr un desarrollo equilibrado tanto a nivel macroeconómico como microeconómico.

En el escenario actual, los elevados precios de la energía primaria, en general, y la falta de estabilidad política y económica en las zonas geográficas que se dirimen como exportadoras energéticas hacen que el desarrollo de las economías se pueden ver perturbados por la disponibilidad energética a escala global en condiciones adecuadas. Como consecuencia de esa inestabilidad energética, tanto la Unión Europea como los Estados Unidos de América, durante estos últimos años, han desarrollado una serie de estrategias basadas en una política energética centrada en la sostenibilidad, así como en la viabilidad en el ministro, sin dejar de lado la reducción de los efectos negativos que el elevado consumo energético y su producción puede generar en el medio ambiente.

Cuando hablamos de cobertura para la posible demanda energética debemos tener en cuenta una serie de elementos que van a ser indispensables si se quiere hacer frente a dicha demanda. En primer lugar, el suministro necesario para cada zona geográfica debe ser garantizado, para ello se hace necesario un sistema logístico maximizado, junto con una correcta gestión y almacenamiento de las reservas necesarias para hacer frente a posibles desajustes en el propio mercado. Por otro lado, se necesita un mercado energético altamente competitivo, transparente y fiable, que dote a las diferentes economías de estabilidad en cuanto a la producción industrial y al consumo privado.

Este mercado energético debe de ser, además, global, sobre todo en lo que se refiere a la Europa de los 27, que tenga en cuenta la fuerte dependencia energética de países externos a la Unión Europea, por lo que deben ser estables todos los contratos de suministro que se lleven a cabo. Finalmente, la cobertura de la demanda energética ha de cumplir el requisito de ser eficiente y respetuosa con el medio ambiente, y así lograr el equilibrio necesario para la supervivencia y evolución del propio ser humano. El "libro verde", documento emitido por la Comisión Europea, se centra en el análisis de una serie de factores que se deben equilibrar para conseguir el sostenimiento energético a medio plazo.

Por ello se explica el panorama actual y venidero teniendo en cuenta que en los próximos veinte años, casi un 70% de las necesidades energéticas de la Unión Europea se habrán de satisfacer mediante productos importados frente al 56% actual. También reflexiona sobre el hecho de que aproximadamente la mitad del consumo de gas de la Unión Europea procede sólo de tres países (Rusia, Noruega y Argelia), lo que implica no sólo una vez en una dependencia energética, sino también, una dependencia contractual con estos países. Además, la demanda de energía mundial y las emisiones de CO2, aumentarán para el año 2030-2040 en, aproximadamente, el 60%. Y esto se verifica teniendo en cuenta que el consumo mundial de petróleo ha aumentado un 20% desde 1994, proyectándose un aumento anual que puede llegar a superar el 1,6% de media.

Si observamos los precios del petróleo y del gas, estos han ido aumentando progresivamente en los últimos años en lo que se refiere la Unión Europea, por lo que su precio prácticamente se ha multiplicado por dos, tendencia que se está dando igualmente en los precios de la electricidad. En cuanto a los mercados interiores de la energía, es evidente que Europa no ha conseguido ofrecer la competitividad necesaria, vía legislativa o vía económica, produciéndose así un interrogante en cuanto a la seguridad del abastecimiento energético y en los precios de éste. Se debe de recordar que la Unión Europea, con más de 450 millones de consumidores, se ha constituido en el segundo mercado mundial de energía.

Por ello se debe actuar inmediatamente, promoviendo la diversidad de tipos de energía, diversificando los países de origen de dicha energía, y regulando las rutas de tránsito a los países de destino. En primer lugar, y utilizando el ya comentado "libro verde", lo primero que se necesita es una red europea energética única, mediante la cual se puede desarrollar un verdadero mercado europeo de la electricidad y del gas. Esto implica la creación y la aplicación de una serie de normas comunes en lo que se refiere al comercio transfronterizo de la energía. Para ello se propone la existencia de un organismo europeo de reglamentación de la energía encargado de examinar todos los temas relacionados con el comercio transfronterizo de la energía, de igual manera es viable la creación de un centro europeo de redes de energía que aglutinaría a los operadores de redes en un órgano oficial que permitiera la elaboración de un código de la red logística europea.

En segundo lugar, es necesario crear un plan de interconexión energética, ya que no puede haber un mercado único europeo competitivo sin la existencia de una mayor capacidad física y logística. Particularmente se hace referencia a la interconexión eléctrica necesaria entre Francia y España para la consecución de una auténtica competencia en el sector energético entre ambos países. En tercer lugar, es necesaria una inversión en capacidad de generación, ya que la capacidad de generación eléctrica se va quedando obsoleta a la hora de satisfacer la creciente demanda energética, sobre todo para conseguir una adecuada gestión de los picos de demanda. Esto conlleva generar las reservas necesarias para poder prevenir el desabastecimiento que se pueda provocar en determinadas circunstancias. En cuarto lugar, la aplicación plena de las disposiciones sobre separación de actividades recogidas en las segundas directivas sobre electricidad y gas. Ello implica consecución de un equilibrio energético en el ámbito comunitario.

En quinto lugar, es necesario reforzar la competitividad de la industria energética europea, contribuyendo con ello al crecimiento económico y a la creación de empleo. Con ello se persigue, además, la seguridad de abastecimiento energético a precios razonables mediante la creación de mercados del gas y de la electricidad integrados, y con un mínimo de perturbaciones que puedan ocasionar desequilibrios en los mismos. En sexto lugar, hay que destacar la necesaria redefinición de la posición de la Unión Europea en cuanto al problema de las reservas estratégicas de petróleo y de gas, así como de la prevención de las interrupciones de suministro en estos subsectores. Para ello es necesario la publicación, absolutamente transparente, del verdadero estado de la reservas de Petróleo. Además, es necesaria la actualización de las actuales directivas sobre la seguridad de suministro de gas y de electricidad para asegurar el abastecimiento frente a los aumentos previstos de demanda energética en la Unión Europea.

En séptimo lugar, hacer cierta la máxima de "producir más, consumir menos", buscando la maximización de la eficiencia energética a través de una serie de planes de acción que sean capaces de materializar la eficiencia energética en la Unión Europea. Para ello serán necesarios instrumentos como los precios reales y los incentivos fiscales. Además se hace necesario el desarrollo de programas de I+D+i no sólo en el marco europeo, sino a escala internacional. Así, podemos contar en Europa con programas como el “Zero Emission Fossil Fuel Plant Platform”, o como el llevado a cabo por iniciativa española mediante el programa denominado “ELCOGAS”. Este tipo de programas también se está llevando a cabo en Estados Unidos de América, como es el caso de la “Planta FutureGen” de carbón con emisiones cero, y que produce electricidad e hidrógeno.

Como es bien conocido, España sigue siendo una isla energética, a pesar de todos los compromisos europeos y españoles llevados a cabo para aumentar las conexiones internacionales. Por otro lado, se han venido aplicando una serie de importantes modificaciones en el sistema regulatorio-legal del sector energético en nuestro país, sin que se haya logrado maximizar los objetivos que promovieron dichas modificaciones, en parte por haberse llevado a cabo sin el consenso de todos los agentes del mercado energético. Por último, a pesar de los sucesos “naturales” de Japón, hay que seguir teniendo presente la energía nuclear. Ésta proporciona un Kilovatio barato y poco sensible al incremento del precio de la materia prima.

Además no emite CO2 , lo que resulta especialmente interesante para España. Sin embargo, al ser una actividad intensiva en capita, es sensible a las variaciones de los tipos de interés. No obstante, la globalización está generando un perfeccionamiento de los mercados, que reduce las tensiones inflacionistas, y por tanto, se seguirán unas políticas monetarias menos estrictas que en el pasado. Por todos estos motivos resulta fundamental mantener el actual parque nuclear español, prorrogando las licencias de explotación, y mantener los emplazamientos para posibles nuevas centrales nucleares.

Por otro lado contamos con una gran cantidad de reservas de Uranio, y cubrimos la totalidad del ciclo del combustible nuclear. El futuro depende, en gran medida, de que la estrategia energética para los próximos 10 años sea acertada. Sucesos coyunturales, como los que estamos viviendo en el Magreb y en Japón, no deben perturbar la idea de que el desarrollo requiere de energía y que para garantizarla es necesario tener presente todas las ventajas energéticas disponibles.

 

(*) Juan E. Iranzo es director general del Instituto de Estudios Económicos


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