Sergio H. Baz

Un catalán republicano en la Corte de España

Lunes 13 de junio de 2016

A las cinco menos cuarto de la tarde del lunes 13 de junio, en el minuto 86 del partido entre las selecciones de España y Chequia el Rey Felipe VI se levantó de su asiento con los dos puños apretados: un catalán republicano acababa de salvar en Toulouse a la España monárquica de un empate injusto tras ochenta minutos de dominio inutil.



En la ciudad francesa, convertida en la capital republicana de la España del exilio tras nuestra guerra, un monarca Borbón expresaba con su gesto la alegria de cuarenta millones de ciudadanos, de aquellos que asistian al partido, de aquellos que lo veian por televisiòn, y del resto, que el deporte y en concreto el futbol es una de las pocas argamasas que unen todos los territorios de la Corona constitucional.

Gerard Piquè se habia recorrido todo el campo para de un soberbio testarazo romper la muralla checa. Un gol, tres puntos, un suspiro alargado hasta el banquillo de Del Bosque. Alli donde el capitán Casillas sueña con levantar su tercera Copa continental aunque se pase todo el Campeonato de suplente, que no será asi si la suerte, la ambición y las victorias nos acompañan hasta el dia 25. Justo 24 horas antes de que vayamos otra vez a las urnas y cuando ya sabremos a quien enfrentarnos en los octavos de final.

Si Piquè se habia transformado en un Alonso Quijano que atacaba los molinos como si fueran gigantes - y el portero checo y sus defensas asï parecian - tuvo que tener a su lado a un manchego llamado Iniesta que, emulando a su paisano Sancho Panza, colocara el balón en el punto justo de esa insula Baritaria en la que se convietió el área de los checos.

El defensa del Barcelona hizo ayer más por la concordia entre españoles de Cataluña y de Madrid o Sevilla o Mèrida o Vitoria o Santiago de Compostela que todas las proclamas politicas de los últimos y muchos meses. Para redondear la faena y antes de que Iker Casillas le susurrara al oido una jaculatoria de capitàn, Piqué soltò una de esas frases que se hacen virales en cuestiön de minutos: se lo he dedicado a mi hijo que está allí con la camiseta de España. A Puigdemont, Junqueras y compañia les tuvo que recorrer un escalofrío mientras llamaban al abad de Monserrat para que pidiera a todos los santos que Gerard, nuestro Gerard, no metiera màs goles indispensables y pasara de villano a hèroe en cuestión de semanas.


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