Un día para la historia

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Después de haber leído que una artista israelí publicó un video en la que aparece defecando en varias banderas, entre ellas la de su propio país, y que explicó en facebook que “una acción así la había hecho más feliz de lo que nunca había estado en su vida”, me lo espero todo de algunos de los nuevos diputados ...

... que tomaron ayer posesión de su escañó en el Parlamento español.

Que conste que no lo digo con preocupación ni con tintes dramáticos pero, cuando se habla de días históricos, yo señalaría el de ayer como la fecha en la que el teatro del absurdo se hizo carne en el hemiciclo.

Aquello parecía un día de acampada en el que una familia gritona, numerosa y hortera, tomaba posesión de un espacio y, como la actriz israelí, Natali Cohen, se cagaba en el buen gusto.

Es cierto que éste es un parlamento mucho más plural que los anteriores, porque han entrado en él otro tipo de imputados, nuevos golpistas, señorías que avisan que han llegado para romper el sistema, parados que por fin han encontrado un puesto de trabajo bien remunerado, y algunos otros inútiles.

Ayer estaban felices porque ¡quién les iba a decir a ellos que llegaría el día que un policía les iba a saludar al verlos llegar y no les iba a pedir que se vaciasen los bolsillos!

Se notaban que eran novatos, incluso los que llevan ya unos meses en esto de la política, porque no sabían que había percheros para colgar las trencas, que dejaron sobre sus escaños, o estuvieron punto de hacérselo encima porque no encontraban los servicios.

En cambio lo que sí se traían aprendido era lo de agitar el puño cerrado después de tomar posesión de su escaño girándose hacia los demás en busca de un aplauso que nadie les daba, y pensando seguramente que Santiago Carrillo fue un traidor porque jamás hizo ese gesto en varias legislatura como diputado.

Vi caras de asombro y rostros de despiste porque efectivamente allí había dos castas: una acostumbrada al circo y otra a ir a verlo.

Yo, si fuese un director de cine , escribiría un guion y le pediría permiso a la Mesa del Congreso para que me dejasen rodar una película documental.

No necesitaría contratar actores: los mejores se sientan allí.
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