Urkullu y Aragonés siguen a la espera de su oportunidad
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Urkullu y Aragonés siguen a la espera de su oportunidad

sábado 25 de junio de 2022, 02:40h

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Hace apenas cinco años, sin solución de continuidad los nacionalismos catalanes y vascos pasaron de Escocia a Canada pasando de vez en cuando por el norte de Italia y cerrando los ojos a lo sucedido en centroeuropa cuando de lo que eran Yugoslavia y Checoeslovaquía surgieron ocho países. Sus dos presidentes no olvidan la hoja de ruta y esperan, como siempre, su oportunidad.

De la península de Crimea, ya se ha demostrado que era mejor no hablar no fuera que al gobierno de España y a lis del resto de Europa, se le ocurriera ponerles un retrato de Putin delante de sus narices.

El muestrario independentista parecía y parece sacado de Amazon o de Alibaba. Es infinito, tiene de todo, para todos y para cualquier momento de la historia que convenga contar. Si en los últimos años han sido los catalanes los que han monopolizado el debate sobre los deseos de independencia y los derechos históricos, presionados sus colegas vascos por la existencia de ETA, aunque fuese sin muertes, ni chantajes económicos; le había llegado el turno al PNV que, hay que reconocerlo, es más sutil y original que la antigua Convergencia y Esquerra juntos.

Aprovechando aquel Aberri Eguna sus dos máximos dirigentes, Iñigo Urkullu y Andoni Ortuzar pidieron que Euskadi fuese como Gibraltar, con soberanía compartida, no sabemos si entre España y Gran Bretaña, o si lo que quieren decir es que España les haga una cesión de soberanía sin más.

Podrían haber pensado en Puerto Rico o en Andorra, salvo que detrás de esa declaración lo que existía y se mantiene - al igual que se mantiene en Cataluña - es una denuncia: que Euskadi es una colonia y que lo que desean es emanciparse de la metrópoli.

El PNV estaba esperando la desaparición de la violencia y de ETA para sacar a pasear su propia visión de la España de los últimos siglos. No hablan de independencia pero quieren llegar tan lejos como Puigdemont , Mas, Junqueras, Torra, Aragonés y compañía. La emergente Bildu les asustó un poco, pero los antiguos batasunos están mucho más a la izquierda y son más proclives a un comunismo de viejo cuño que los votantes de Esquerra, que al fin y la postre es un partido de la burguesía venida a menos y que si ha escalado puestos en la sociedad catalana ha sido más por la autodestrucción de los dos partidos que crearon Jordi Pujol y Josep Antoni Duran Lleida que por sus propios méritos.

Mientras que el gobierno catalán y los partidos que lo apoyan apenas se han tomado un respiro mientras avanzan económicamente de la mano de los “ discípulos” tras el deprisa, deprisa del frustrado referéndum que se anunció y medio se celebró, por lo menos con las indispensables garantías democráticas; el Gobierno vasco es mucho más paciente, no tiene prisa en conseguir su objetivo.

De paso y para entretenerse el PNV sigue con la misma táctica, lo mismo que sus colegas del este peninsular: más dinero y más diferencias con el resto de los españoles. Tuvo el apoyo del PP para aprobar sus Presupuestos, desde el Madrid de Mariano Rajoy y mantiene esa presión sobre el Gobierno de Pedro Sánchez, cuando toque sacar adelante los Generales del país. Urkullu siempre lo tiene más fácil. El inquilino de La Moncloa necesita a "otros" que pueden esperar su propia y singular oportunidad.

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