Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal norteamericana.
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Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal norteamericana.

Cuestión de expectativas

miércoles 19 de enero de 2022, 10:01h

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Si las tasas intermensuales de inflación se moderan, lasinteranuales irán en progresivo descenso y los precios irán perdiendo protagonismo económico

En pleno proceso de ajuste de la política monetaria, el cambio de año viene acompañado de un incremento de la volatilidad en muchos activos. Es en los mercados de deuda donde más está destacando, con un progresivo descenso de las emisiones que ofrecen rendimiento negativo, que ahora apenas alcanzan los 10 billones, tras haber superado 18 billones de dólares hace apenas un año. Más que síntoma de una crisis, es el reflejo de un progresivo retorno a la normalidad.

Este año va a ser más difícil de lo habitual interpretar los indicadores económicos y su evolución. También cómo reaccionan a ello los mercados. Va a exigir una cuidada lectura, y es que los llamados efectos de base, que no son otra cosa que los comparables respecto al mismo periodo del año pasado, pueden llevarnos a conclusiones poco útiles, cuando no erróneas.

¿Cómo explicar, por ejemplo, lo ocurrido esta semana con el dólar, o con el precio de las materias primas, en aparente contradictoria respuesta a la publicación del mayor nivel de inflación en EE.UU. en cuarenta años, y en medio de declaraciones de varios miembros de la Reserva Federal señalando la inflación como “una grave amenaza”?

Adecuándose a lo ya acontecido

Es una cuestión de expectativas. Como demuestra el comportamiento de los inversores de deuda, los mercados ya hace tiempo que descuentan que la Reserva Federal está dando pasos para dejar atrás la parte más experimental de la política monetaria aplicada en los últimos años, redoblada su intensidad desde que estalló la pandemia.

No hay sorpresa en esto. Si acaso, lo que los mercados interpretaron es que se incrementan las garantías de una mayor atención sobre el comportamiento de los precios y, más que preocuparse del efecto adverso de la normalización monetaria, valoraron favorablemente lo que esto implica en cuanto a garantizar estabilidad y por tanto futuro crecimiento.

Más que responder a nueva información, lo que demuestra el mercado con su comportamiento de esta semana es que considera que el endurecimiento monetario en curso se corresponde fundamentalmente con la necesidad de adecuarse a lo ya acontecido, es decir, al incremento de precios ya registrado, y que es suficiente para mantener ancladas las expectativas de inflación en 2022.

Preferencia por el riesgo

Si durante el primer trimestre de este año, las tasas intermensuales de inflación se moderan -y los datos de diciembre en EE.UU. apuntan en esa dirección-, las tasas interanuales irán en progresivo descenso, y como ahora ocurre con la pandemia, que va perdiendo protagonismo económico, ocurrirá algo similar con los precios.

Lo que los mercados interpretaron, y de ahí su respuesta vendiendo el dólar y comprando materias primas, es que los bancos centrales hablan como halcones y se comportan como palomas; pero que su estrategia será exitosa, de modo que la amenaza de un error de política monetaria se reduce.

Para los inversores, esa es la mejor garantía de que el crecimiento no se va a ver amenazado y adoptan una posición favorable a asumir riesgo. Por eso venden también francos suizos y yenes, tradicionales divisas refugio, como lo es el dólar, y compran divisas vinculadas a materias primas y otras emergentes. Ni oro, ni otros metales preciosos, pero si metales industriales. Su apuesta, este año, y a estas alturas, apunta, a que están perdiendo el miedo y son optimistas. Esas son sus expectativas, y eso es a lo que habremos de atender.

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