La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde.
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La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde.

Mentiras y gordas

miércoles 16 de septiembre de 2020, 20:00h

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gIual que hay mentiras, verdades y estadísticas, en el caso de las mentiras, las hay de varios tipos. Las peores, aquellas que gusta escuchar. Los maestros en esta variante habitan, sobre todo, en la política.
Conducidos por mentirosos, es más probable que nos estrellemos. La democracia se supone eficaz en relevar sin violencia a unos para poner a otros. Ocurre que, si cada vez hay más mentirosos y sus mentiras son cada vez más y mayores, algo tendremos que hacernos mirar los que votamos, porque nos comportamos como adictos. Cada vez necesitamos dosis más altas y siempre hay alguien dispuesto a suministrarla.

CADA VEZ DESCONFIAMOS MÁS
Quizá una parte importante del cuerpo social ha creído que esto de la crisis se resuelve solo, pero basta poner cara y ojos a lo que significa parar todo durante meses: ciudades, empresas, pequeños negocios. Todo. Cuatrocientos millones de europeos en casa durante meses. Y ahora hay que reactivarlo. Menudo reto con los que están al mando.

Lo resolverá la vacuna. Vale. Cuando llegue la versión que sea de la vacuna, veremos cómo es de efectiva, veremos cuantos se vacunan, y solo después veremos cuando se pierde el miedo y nos quitamos la mascarilla. Calcule, ¿qué le sale? ¿a qué no le sale diciembre? Ni siquiera le saldrá 2021.

Cada vez desconfiamos más. Los funcionarios se sorprenden de la congelación salarial, los pensionistas, ídem, los autónomos de la subida de cotizaciones, las asociaciones de empresarios se sorprenden por la reforma de la reforma laboral. ¿Cabía esperar otra cosa? Veremos cuantos ERE se anuncian antes de la reforma ¿o no lo sabían?

NO HARA BIEN AL EURO
En los bancos centrales debería haber menos proporción de mentirosos. En el BCE hay políticos. En la Reserva Federal menos. Si en la pandemia de la mentira, los políticos son grupo de riesgo, el BCE tiene más riesgo entonces. Su presidenta es política. Su vicepresidente también lo es. Dicen y se desdicen. Así se estrenó la señora Lagarde. De tan evidente, tuvo que pedir perdón.

No habían pasado 24 horas de la comparecencia de la presidenta el jueves y ya ha tenido que salir el técnico a aclarar. Mala cosa. Mientras la agradadora presidenta dice que vamos a mejor y el cuerpo social representado en los mercados y animado por el mensaje, va y compra, llega el técnico y dice que “no hay lugar para la complacencia” que la contracción será en Europa del 8% este año y que no volveremos a los niveles de antes de la pandemia hasta finales de 2022. De paso recuerda lo que se ha apreciado el euro y lo difícil que pone eso lograr el objetivo de inflación. Solo de pasada nos recuerda el Brexit y advierte que tendremos noticias en semanas. No parece el mismo tono que el de la señora Lagarde. Con razón los inversores se han tomado con más calma eso de seguir comprando el euro. Desconfían.

Efectivamente tendremos pronto protagonismo del Brexit. La pinta es entre regular y muy mala. Siempre cabe pensar que nos mienten y entonces no consideraremos nada. Justo lo que ocurre, que nos hemos olvidado del Brexit. No estamos ni siquiera seguros de que se vayan a respetar los tratados, síntoma de que ya somos capaces de concebir cualquier cosa. Los mercados cotizan en base a la actualidad y el recuperado protagonismo del Brexit se hará notar enseguida. Semejante desatino no hará bien al euro. Es más obvio, pero tampoco a la libra.
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