La abstención es el miedo en todos los partidos
Ampliar

La abstención es el miedo en todos los partidos

martes 18 de junio de 2019, 18:56h

google+

linkedin

Comentar

Imprimir

Enviar

PSOE y PP serían los grandes beneficiarios, con el regreso de miles de votos, si hubiera que repetir las elecciones generales

Si hubiera que repetir las elecciones generales a finales de septiembre por la incapacidad de Pedro Sánchez de conseguir su investidura en el debate que se supone se celebrará en los últimos días de julio, los dos grandes beneficiados serían el PSOE y el PP, pero la abstención hace que todos llevan el miedo en sus talones.

Socialistas y populares, con estructuras consolidadas durante 40 años, se beneficiarían del regreso de miles de votos que se marcharon hacia otras formaciones más jóvenes y en las que esos votantes volcaron gran parte de sus expectativas y deseos, cansados de unos comportamientos de los partidos que les habían llevado a la decepción y un malestar creciente contra el propio sistema democrático.

Tras comprobar que los “nuevos” - Ciudadanos, Podemos, Vox - se volvían “viejos” con enorme rapidez, adoptando los mismos vicios y costumbres de PSOE y PP, de luchar de forma descarnada por ocupar los sillones del poder sin importarles lo que habían ofrecido en sus programas, bajo la excusa del realismo a la hora de gobernar y manejar los presupuestos públicos, esos miles de ciudadanos asumirían la lección y entregarían sus votos a sus antiguos “dueños”.

Si el razonamiento es válido y está cargado de lógica tras cuatro elecciones en apenas un mes y los espectáculos que están ofreciendo las cinco formaciones con presencia y representación nacional, para completarlo hay que introducir otro factor tan decisivo como las reflexiones partidistas que podemos hacer los españoles: la abstención. Con esta variable introducida en las urnas los resultados previsibles cambian y mucho.

Desde hace 40 años la izquierda, vista de forma global, es más abstencionista que la derecha. El cansancio y la decepción por los comportamientos de aquellos a los que ha votado dejaría en sus casas a muchos votantes que expresarían su malestar no acudiendo a las urnas. El más afectado sería el bloque que forman Podemos, Izquierda Unida y las distintas confluencias y grupos que están en esa órbita, todos los que pueden considerarse herederos de las protestas del 15M.

El segundo gran perjudicado sería el propio PSOE, por muy parecidos motivos de los que afectarían a la organización morada. Tras haber “remontado” las caídas de 2015 y 2016 y haber vuelto a los resultados de 2011, los socialistas se verían afectados por las dudas de sus seguidores en cuanto a las verdaderas intenciones de Pedro Sánchez de gobernar mirando hacia la izquierda o la derecha.

Es posible que una parte de la abstención que se daría entre los votantes de ese partido se corrigiera por la llegada de los ex votantes de Podemos, aún más desencantados de los dirigentes de la formación tras comprobar la caída de los resultados y la fragmentación en pequeños grupos a consecuencia de los enfrentamientos entre los antiguos amigos y compañeros, con Pablo Iglesias e Iñigo Errejón en el epicentro de los mismos.

A mayor abstención, distinto reparto de escaños por circunscripciones merced a la aplicación de la Ley D´Hont. Y es aquí donde las dudas en la dirección del PSOE pueden dispararse y llevarle al actual presidente en funciones a intentar de todas las formas posibles sacar adelante su investidura. Si no puede hacerlo con el apoyo condicionado de la derecha de Ciudadanos, con un Albert Rivera que ordenaría la abstención de los suyos a la hora de votar en el Congreso, lo hará por la izquierda con la presencia de Podemos en varios escalones del futuro Gobierno, ya sea en el propio Consejo de Ministros o en las Secretarías de Estado y Direcciones Generales de los Ministerios.

En el amplio abanico que representan los tres partidos en los que han cristalizado las dudas y conflictos de la antigua Alianza Popular y su heredero el Partido Popular ocurriría algo muy parecido.

El primer gran perjudicado sería Vox. Aquellos que optaron por Santiago Abascal y los suyos por considerar que desde Mariano Rajoy a Pablo Casado la “esencia española” de su partido se había desnaturalizado, volverían a la “disciplina” de voto al comprobar que sus deseos chocaban con la realidad y sus expectativas de cambio se quedaban muy lejos de la realidad. Sin estructura nacional que aguantara la crisis y con escaso poder en las instituciones autonómicas y municipales, por los mismos motivos que abandonaron al PP regresarían a él. O a la abstención que se presumía que habrían afectado a los populares en Andalucía y que, al convertirse en votos de VOX, permitió a Moreno Bonilla convertirse en inesperado presidente.

De ese misma nacimiento del fenómeno hipervalorado de la formación de Abascal y Ortega Smith nacería la decepción. Apartados de la gran mesa de las negociaciones y el reparto del poder por los mismos a los que apoyan y que les deben una buena parte de su éxito a la hora de conseguir Autonomías y Ayuntamientos, sus votantes cambiarían el color de sus papeletas o se quedarían en casa.

Si por ese lado a su derecha el PP podría equilibrar sus resultados e incluso mejorarlos, por su izquierda, por el lado de Ciudadanos, las incógnitas son mayores. El partido de Albert Rivera puede salir perjudicado por sus vaivenes hacia el PP y el PSOE, por sus aparentes rechazos a Vox y sus juegos malabares para beneficiarse de esos mismos votos a los que “desprecia”, o puede que sus electores aprecien ese “realismo oportunista y acomodaticio” del que hace gala y le premien con su ansiado “sorpasso” sobre los populares.

Demasiadas dudas las que deben tener en los cinco grandes partidos como para afrontar una nueva convocatoria electoral. Más certezas de unos malos resultados en los extremos, pero sin que en la gran batalla por el liderazgo de la derecha quede claro quien puede salir vencedor. Con Pablo Casado con ventaja sobre Albert Rivera una vez comprobados los resultados de las negociaciones, con lo sucedido en Madrid como gran ejemplo para toda España.

En la izquierda el dominio está mucho más claro. la distancia entre el PSOE y el resto de sus “competidores” tenderá a aumentar y volver a los equilibrios que se dieron entre los socialistas y el antiguo PCE de Santiago Carrillo y sus sucesores o los que logró Julio Anguita al frente de Izquierda Unida. Lo ocurrido en Zamora, en Cádiz e incluso en Barcelona son la mejor expresión de lo logrado por aquellos que quisieron e incluso lograron convertir en votos el enfado generalizado de una parte de españoles hacia su clase política.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios