El milagro del Bernabeu

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viernes 16 de septiembre de 2016, 02:51h

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Durante 85 minutos de partido un mal Real Madrid perdía por deméritos propios en el Bernabeu ante un muy buen Sporting de Lisboa. En los blancos no funcionaba nada: ni la defensa, ni el centro del campo y mucho menos la delantera, con Bale poniendo el esfuerzo que ni Cristiano, ni Benzema podían.

Controlados Modric y Kroos y perdido Casemiro, los centrales del Madrid veían llegar una y otra vez a los portugueses, sin que Carvajal o Marcelo pudieran aportar mucho a la defensa. Y menos al ataque. Errores continuos y uns colocación en el campo que dejaba a los visitantes en poder de todos los rechaces y balones divididos. Se mascaba la tragedia y nada mâs empezar el segundo tiempo los lisboetas dejaron al descubierto las carencias de Casilla. Gol y la alargada sombra del primer gran tropiezo en Europa comenzó a extenderse por el estadio.

Pero... llegaron los cambios de Zidane. Se marcharon Bale y Benzema, entraron Lucas Vazquez y Morata. Se marchó Kroos y entró James y el Madrdi cogió velocidad y peligro. No era suficiente y la cara de Florentino Pérez lo decía todo pese a su imtento de hermenaútica. Su Madrid campeón de Europa iba a perder en el estreno de la Champion mientras que el Barcelona acababa de endosarle siete goles, siete, al City de Glasgow, tres de ellos de Messi.

Se acababa el tiempo reglamentario y el arbitro - que era italiano y lo hizo francamente mal y muy casero - se inventó una segunda falta al borde del área lusa. Si la primera la falló y por mucho Bale, esta segunda la clavó Cristiano en toda la escuadra de Rui Patricio. Un empate que sabîa a gloria visto lo visto.

Como los milagros en el Bernabeu son como las meigas, que no existen pero los hay, un centro de James desde la izquierda en el tiempo de descuento lo aprovechó Morata para entrar con toda la rabia del que quiere un puesto de titular y provarle al Sporting de un triunfo merecido. El mismo reconoció que en el futbol no gana siempre el que juega mejor y si al que acompañan los dioses. Y esta vez, como tantas otras, se vistieron de blanco.

Victoria en cinco minutos y una preocupación para Zidane: o cambia el equipo o los milagros no bastarán para ganar la duodécima o la Liga o la Copa. Con esos mimbres no se llega muy lejos.

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