Aznar, el triple apóstol de la triple derecha
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Aznar, el triple apóstol de la triple derecha

jueves 11 de abril de 2019, 20:10h

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El expresidente ayudó a Albert Rivera a tener una imagen de estadista. Ayudo a Santiago Abascal a que creciera a costa del PP y el que ahora pide a los votantes que vuelvan a la "casa" del Partido Popular

De forma legal y oficial ya estamos en campaña. Quince días en los que vamos a oír y ver lo mismo que llevamos viendo y oyendo desde hace semanas. Pedro Sánchez bajará del Olimpo de Moncloa al barro de los debates, y Pablo Casado dejará que sea Aznar el que intente convencer a los votantes de derechas que entre el ayer y el hoy existen enormes diferencias.

El presidente del gobierno no quiere dar ninguna ventaja al líder del PP. Ni al líder de Ciudadanos. Nada de debates a dos y en varias televisiones. Choque a cinco en una televisión privada. El frente a todos. Frente a la triple derecha que ayudó a construir José María Aznar. Y frente a la izquierda que le ha ayudado y necesitará que le vuelva a ayudar. Podemos está en el altar del sacrificio y lo sabe muy bien Pablo Iglesias.

El guión del PSOE y de su secretario general es claro y directo. El centro es suyo y desde la derecha tendrán que esforzarse para no aparecer como una hidra de tres cabezas. Difícil situación para un Casado que no sabe como salir del encierro en el que él mismo se ha metido. Difícil también para un Rivera que ya sabe que se le escapará otra oportunidad para demostrar su valía.

Las grandes decisiones conviene tomarlas en frío. Y en la política española y en sus dirigentes sobra el calor. Se explica así que sea José María Aznar el único de los antiguos dirigentes del PP que esté en campaña y con programa y objetivos para su “recorrer” España.

El expresidente ayudó a Albert Rivera a tener una imagen de estadista. Ayudo a Santiago Abascal a que creciera a costa del PP. Eran los tiempos en los que su animadversión hacia Mariano Rajoy y el marianismo superaba con mucho su fidelidad a las siglas que había creado y a las que había llevado a su primera victoria en democracia.

Los elogios hacia Ciudadanos y hacia Vox han desaparecido. Pide a los votantes que vuelvan a “su casa”. El miedo a una gran derrota e incluso a su propia desaparición como inductor, consejero, ideólogo de la nueva/vieja derecha le está llevando a dejar patente ante amigos y adversarios que el sucesor del sucesor no puede con la tarea que le han encomendado.

Aznar ha hecho de apóstol de los tres dirigentes que el 23 de este mes se sentarán en un plató de televisión a atacar más que a debatir con el presidente y candidato del PSOE, y con el discutido candidato de una parte de la izquierda más radical. Sus ideas y argumentos, desde el liberalismo económico al conservadurismo social se van a reflejar en sus tres discípulos. Lo quieran o no. Y sus deseos de separarse unos de otros, de marcar distancias entre ellos, beneficiarán a Pedro Sánchez.

Una de las normas no escritas en las elecciones anteriores era que a los debates televisivos no iban aquellos que no tenían representación parlamentaria, aquellas formaciones que aún no habían demostrado su capacidad en las urnas. Ahora la cita a cinco se basa en la última encuesta del CIS, con trampa incluida: sólo los partidos que pueden tener más del 10% de los votos a nivel nacional. Fuera la ERC de Junqueras, fuera el PNV de Urkullu, que en los territorios en los que se presentan van a superar esa barrera con creces.

El líder que cambió y englobó a toda la derecha bajo las siglas del Partido Popular tenía ganas de batalla, de recordar sus enfrentamientos con Felipe González desde las elecciones de 1989 a su victoria en 1996. Quiere vencer y convencer a los suyos de que sigue siendo ganador. No como su sucesor, al que ni está, ni se le espera. Una forma de tratar a Mariano Rajoy injusta e innecesaria. La forma de venganza interna que existe en los partidos.

Pablo Casado reconoce que necesita a Aznar. Dice que aunque pierda sesenta escaños no va a dimitir. Ponerse la venda antes de la herida. SI consigue llegar a La Moncloa, que sigue siendo posible si los números y escaños del tripartito cuadran y él se mantiene como el más votado de los tres, tendrá que reconocer que su profesor y mentor se lleva la mayor parte del mérito. Si fracasa sostendrá que la culpa es de todos, de la propia historia del partido. Con Rajoy y su herencia como culpable.

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