Iglesias y Garzón se juegan su futuro: juntos o separados
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Iglesias y Garzón se juegan su futuro: juntos o separados

miércoles 29 de noviembre de 2017, 04:15h

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Tienen doce meses para decidirlo y en ese tiempo se van a jugar su futuro político. Tanto Pablo Iglesias como Alberto Garzón hicieron en junio de 2016 un último intento por adelantar al PSOE de Pedro Sánchez electoralmente y convertirse en líderes de la oposición a un PP que con Mariano Rajoy a la cabeza había vuelto a ganar y recuperado nada menos que catorce escaños en el Congreso.

Año y medio más tarde las perspectivas de “sorpasso” se han alejado aún más y ya no parece que vayan a pelear por ese segundo puesto - el primero parece un sueño imposible - que está reservado a los socialistas salvo que Ciudadanos y Albert Rivera consigan “copiar” lo sucedido en 1982 con la UCD de Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo y Landelino Lavilla y destrocen desde fuera y con necesaria ayuda interior al PP de Rajoy, Cospedal, Santamaría y demás dirigentes del partido gobernantes. En es caso puede que el PSOE se alce con el primer puesto y con una dura negociación con otros grupos alcance la presidencia y el “trono” de La Moncloa.

Los líderes de Podemos e Izquierda Unida tienen una enorme desventaja respecto al resto de sus contrincantes: en su interior pugnan ideas distintas, caminos distintos para llegar al poder, ambiciones personales y desde luego rencores y deseos de venganzas por las afrentas recibidas en los últimos meses. Ambos concurrieron con sus siglas por separado en diciembre de 2015 y los distintos Podemos en toda España consiguieron sentar en la carera de San Jerónimo a 69 diputados. Izquierda Unida tan solo a dos. Seis meses más tarde, con una candidatura unida el resultado global fue el mismo, pero con una indudable ventaja para IU, sus dos escaños se habían convertido en cinco, algo que la disidencia interna de Podemos no deja de recordarle a su líder.

De cara al largo y exigente 2019 con sus elecciones de todo tipo, desde municipales a europeas, Pablo Iglesias y Alberto Garzón tienen que decidir si las afrontan juntos o por separado. En el interior de Podemos y de Izquierda Unida son más las voces que piden ir con señas propias que las que abogan por unificar listas. Argumentos a favor y en contra existen pero, al final, serán sus dos principales dirigentes los que tendrán la capacidad para inclinar la balanza en un sentido u en otro. Ninguno está en su mejor momento y la crisis de Cataluña lo ha puesto de manifiesto, tal y como recogen todos los sondeos y encuestas publicadas.

Es probable que los votos y escaños que consigan los Comunes que va a liderar Domenech - ante la ausencia de Ada Colau como cabeza de lista - se conviertan en decisivos para gobernar la Generalitat, pero tendrá un coste a nivel nacional, se utilizará para atacarles desde el PP al PSOE pasando por Ciudadonos. Los amigos ocasionales y los pactos duran muy poco cuando se trata de competir por las bolsas de votos. Y tanto Podemos como Izquierda Unida, si van separados, tendrán que atacarse en los mismos escenarios, con los socialistas atacándoles a los dos para crecer dentro del amplio espectro de la izquierda española.

Los doce meses de 2018 les van a permitir negociar, plantear, combatir en el interior de sus organizaciones, renunciar, pactar...unos ejercicios extenuantes para cualquier dirigentes. Tras ese calvario, llegar a la confección de las listas, con los deseos, egos y deseos personales de cada uno de los 16 grupos y corrientes que existen en su interior. Agotador. Y si los resultados no acompañan será su final. Tendrán que dejar que sean otros los que dirijan ese magma ideológico en el que se mueven.
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