Los trece de Quim y el truco de Rajoy
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Los trece de Quim y el truco de Rajoy

lunes 21 de mayo de 2018, 05:44h

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Sin Gobierno de la Generalitat no se quita el 155, y para que lo haya tiene que estar firmado y publicado en el BOE. Ninguna de las dos cosas las va a hacer Mariano Rajoy con la complicidad de Pedro Sánchez y Albert Rivera. Si la decisión del elegido presidente provisional de Cataluña de colocar entre los trece de su gabinete a dos encarcelados y dos huidos es polémica, más aún lo es la decisión de Rajoy de no dar vía libre a la formación del Ejecutivo catalán y evitar así la retirada del denostado pero aprovechado artículo constitucional.

Tanto los dos dirigentes catalanes que están en la prisión de Estremera como los dos que se marcharon a Bruselas para evitar correr la misma suerte no han sido juzgados y mantienen sus derechos ciudadanos. Si pudieron ser elegidos y mantienen su condición de parlamentarios deben poder ser nombrados consejeros de la Generalitat. Seguirían en prisión si así lo estima conveniente el juez Llanera, pero la misma ley que les mandó a la cárcel y la misma ley que permitió la aprobación por el Senado del 155 les debe permitir convertirse en ministros de Torra. Otra cosa sería si estuvieran juzgados y condenados, con pérdida de sus derechos para ocupar cargo público.

Lo que están haciendo los independentistas en Cataluña es censurable, criticable, atacable y rechazable. Creo que todo el Process es un error y que sus consecuencias afectan de forma negativa a los catalanes en particular y a los españoles en general. De la misma forma creo que no se pueden alterar las leyes generales que nos hemos dado y que la única forma de resolver el enredo de Cataluña es la aplicación de la ley, por un lado, y la acción política, por el otro. Hasta ahora ha faltado y falta la segunda y hay exceso de la primera.

Puedo entender que ni Mariano Rajoy, ni Soraya Sáenz de Santamaría quieran firmar el decreto que ponga en marcha un gobierno de las características de Quim Torra y sus trece espartanos, pero están obligados a ello. Y esperar a que sean de nuevo los tribunales los que decidan si la negativa es constitucional o no, que encaja o no en nuestro ordenamiento estatutario, me parece que es una forma de ganar tiempo, de volver a dejar la política en manos de los jueces, y mantener a este país en otra cárcel: la de la incertidumbre.

Hay un camino recto, directo para “atacar” la crisis independentista que es la suspensión de la Autonomía,no la simple intervención. Hay artículos en nuestra Constitución que lo permiten. El 155 no aclara nada al respecto, ni matiza, ni fija los límites a la intervención del Estado salvo que se debe llevar la medida al Senado y que éste debe aprobarla en los términos que le pida el Ejecutivo central. Eso es lo que se hizo con una condición muy puntual: cuando hubiese gobierno en Cataluña se levantaría de forma automática la intervención. Y ese es el punto al que se agarran los tres partidos que se autodenominan constitucionalistas: habrá gobierno cuando se publique en el BOE y mientras tanto hay un presidente elegido, pero sin gobierno, y un presidente impuesto con un gobierno en funciones; un presidente provisional que habita en el palacio de la Generalitat y un presidente y una vicepresidenta encargada de la provisionalidad que habitan en el complejo de La Moncloa. Por si al enredo le faltase algo, el presidente elegido en las urnas está huido en Berlín.

Vamos a tener recorrido jurídico para semanas y puede que hasta para meses, depende una parte de la rapidez en actuar de la justicia, y otra de la aprobación o no de los Presupuestos Generales del Estado. Es la horquilla de margen en la que se mueve Rajoy. Da pasos para aprobar las cuentas con sus socios nacionalistas vascos, navarros y canarios, y por supuesto con el apoyo de Ciudadanos; y espera que los sumarios del juez Llarena avancen todo lo rápido que puedan para que pueda celebrarse el juicio de los acusados lo antes posible.

Para tranquilidad de los firmantes del “no pacto” pero si ejecución de La Moncloa, a la izquierda que no ha sido invitada al pacto “constitucional” le acaban de colocar un muro de ladrillo en forma de chalet delante de sus narices. Pablo e Irene se han comportado como dos colegiales enamorados y futuros padres que buscan el hogar ideal para la familia. Se han olvidado, uno y otra, otra y uno, que están en medio de la plaza pública, que en ese coso los astados son mucho más peligrosos que los que se llevan a La Maestranza o a Las Ventas, y que han sido cogidos por la siniestra entre los aplausos de una buena parte del respetable. La destrucción de los líderes de Podemos pone en peligro el futuro de la propia formación, algo que le suena a música celestial al PP y a Ciudadanos. Y mucho, mucho más al PSOE.

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