Moción o elecciones para obligar a Rajoy a irse
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Moción o elecciones para obligar a Rajoy a irse

lunes 28 de mayo de 2018, 06:05h

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El objetivo de todos los partidos que no son el PP es el mismo: quieren que Mariano Rajoy se vaya, que deje la presidencia del Gobierno. A partir se ese deseo compartido se abren los distintos caminos para lograrlo y los muy variados intereses de las distintas fuerzas políticas, desde las que quieren unas elecciones lo más pronto posible, con Ciudadanos a la cabeza; y aquellas que pretenden “resucitar” de su letargo con una moción de censura, como es el caso emblemático del PSOE.

A los que intentan desde fuera y desde dentro de esta país diseñar y conformar su futuro político, económico y social - dentro de la crisis quwe envuelve a la Europa del euro - les dan miedo dos fenómenos: que el derrumbe del PP no consiga que Ciudadanos alcance la mayoría suficiente para formar un Ejecutivo estable; y que Podemos se convierta en la segunda fuerza parlamentaria sobrepasando a los socialistas. Quieren un nuevo bipartidismo, una actualización de lo vivido durante los últimos 40 años, sobre todo viendo lo que está ocurriendo en Italia con el pacto entre los dos extremos del arco parlamentario.

En ese dibujo, ya “pintado” más de una vez y con cambios de protagonista, los estorbos se llamaban y se llaman Rajoy y Pablo Iglesias. En eso coincide el poder económico y financiero patrio. Estaban dispuestos a aceptar una nueva dirección en el partido del actual gobierno peeo, dándose cuenta de la imposibilidad de cambiar a Rajoy por otro dirigente ya fuese hombre gallego o mujer castellana, se decidieron por Albert Rivera. Y tras la cumbre de Podemos en Vistalegre llegaron a la conclusión de que la via de Iñigo Errejón estaría siempre en minoría frente a la que representaba Pablo Iglesias con la ayuda de los anticapitalistas de Urban, Kichi y Teresa Rodríguez. Tan sólo quedaba volver a Pedro Sánchez, quien de forma inesperada había dejado en la cuneta a una Susana Díaz en la que habían puesto todas sus complecencias.

Esa geoestrategia de nivel europeo explica una buena parte de lo ocurrido en nuestro país, desde Cataluña a Euskadi y desde los juzgados de la Audiencia Nacional y Valencia al plabiscito del chalet en Galapagar. Pero los diseños de papel son tan frágiles como el material sobre el que están hechos, y la voluntad, necesidad, ambiciones, odios y miedos de los protagonistas de la vida pública hace que el futuro inmediato de España se enfrente a las mismas incertidumbres que se pretenden superar. Veamos:

En el Partido Popular hay que ver tres realidades disitintas, la de los dirigentes, las de los militantes y la de los votantes. Estos últimos están desertando de forma mayoritaria no porque hayan cambiado de mentalidad o adscripción ideológica, lo están haciendo por cansancio y busqueda de nuevas caras a las que confiaar su voto conservador. Ahí aparece Ciudadanos, que con Albert Rivera al frente está copiando de forma milimértrica la estrategia de José María Aznar para conseguir primero la victoria y más tarde una mayoría absoluta: destruir y acabar con el partido que le disputaba el centro para más tarde aglutinar a toda la derecha bajo unas mismas siglas. Por eso el político catalán pasó del liberalismo a la socialdemocracia, de elogiar a Adolfo Suárez a volverse radicalmente españolista, y de buscar el voto entre los jóvenes a hacerle guiños a los mayores. Por el camino tenía que destruir al Partido Popular y la crisis catalana y la falta de reacción por parte del gobieerno popular le han facilitado las cosas.

Ciudadanos necesita las elecciones para convertir en votos y en poder lo que todas las encuestas le pronostican. Está en lo alto de la ola y es casi imposible que durante dos años, los que quedan de Legislatura, se mantenga en ese puesto con los mismos discursos sobre la unidad de España y el combate contra la corrupción. Sin que en ese territorio entren otros competidores e incluso el propio PP cansado de sangrar por la misma herida y por los mismos protagonistas. Por esa razón Rivera y los suyos piden a Rajoy que disuelva las Cortes - en cuanto sea posible - y le dicen a Padro Sánchez que apoyarán la moción de censura con dos condiciones: que se pacte el nombre de un independiente como jefe de gobierno, al modo italiano, y que se fije la fecha de unas elecciones generales. Dos términos que hacen que su apoyo sea imposible dados los intereses muy distintos del lider del PSOE.

Ciudadanos sabe, también, que desde el socialismo de Sánchez, si fracasa la moción le acusarán de ser el culpable del mantenimiento de Rajoy en La Moncloa. Su ofrecimiento, fácil de vender a una sociedad que está harta de los juegos e intereses partidistas y personales de los dirigentes políticos, le cubre ese flanco. Puede ser efectivo y además libera a los liberal-conservadores de tener que votar junto a Podemos. Conclusión: salvo cambios y ofrecimientos inesperados y muy poco probables, como sería que Sánchez aceptara fijar una fecha electoral para después del verano y antes de las Navidades, con un programa de mínimos y un gobierno de consenso, el voto de Rivera a la moción de censura será negativo.

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