Sánchez da el penúltimo golpe de mano en el PSOE
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Sánchez da el penúltimo golpe de mano en el PSOE

miércoles 14 de febrero de 2018, 19:10h

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Con dos zarpazos Pedro Sánchez va a dar el penúltimo golpe de mano en el dubitativo, descompuesto, dividido y errático Partido Socialista Obrero Españo

Desde hace cien años el PSOE mantiene las siglas pero ha ido cambiando por dentro y hacia fuera unas cuantas y decisivas veces. Lo hizo antes, durante y después de nuestra Guerra Civil. Lo hizo tras la muerte de Franco y la llegada de Felipe González a la Secretaría General. Y siguió mutando en estos últimos cuarenta años, tanto en su estructura interna como en los posicionamientos ideológicos que le servían de base para sus ofertas electorales.

Las mutaciones del socialismo español siempre han estado unidas a sus resultados electorales. Ahora más que nunca. Las luchas internas no terminaron con el regreso de Sánchez al trono de Ferraz en mayo de 2017. Dejó en la cuneta a Susana Díaz y a la mayor parte de los barones territoriales y con su nueva Ejecutiva comenzó a trabajar en dos direcciones: en el exterior se propuso conquistar el gobierno derrotando a Mariano Rajoy o a su sucesor en el PP y se ha encontrado con que su principal rival para las próximas elecciones es Albert Rivera y Ciudadanos; y que si tiene en cuenta la lluvia de sondeos que aparece en los medios de comunicación un día sí y otro también, por la izquierda no consigue desplazar a Podemos a las posiciones, votos y representación que tuvo Izquierda Unida y antes el PCE.

En el interior del PSOE existe el mismo problema que en España. El antaño poder centralista se fragmentó en 17 “reinos de taifas” en los que tanto el estado como el partido perdían fuerza y capacidad de acción unitaria. Comprobado que el “café para todos” con el que a comienzos de los años 80 se pretendía un mejor y más democrático reparto del poder ha terminado con convertirse en una mala achicoria, los vientos de este comienzo del siglo XXI pasan por una recentralización del poder desde el presidencialismo, recubierto de un falso populismo que traslade a los ciudadanos la impresión de que son ellos los que deciden.

Para amoldar el PSOE a sus intereses, Sánchez, Avalos y Narbona, junto el resto de su guardia pretoriana van a conseguir que la estructura del partido cambie. Van a tener más poder para decidir y menos oposición de los todavía barones territoriales. Tal vez por ello, tres de los que gobiernan en sus Comunidades cm son Susana Díaz, Ximo Puig y Francina Armengol no van a estar. Y entre los que se sentarán en Aranjuez para votar sí por aplastante mayoría tan sólo uno estará convencido, el extremeño Fernández Vara. Sin ganas y con resignación lo harán García Page, Lambán y Fernández. Y algo les une a todos: el calendario electoral que se avecina para el año que viene y su instinto de supervivencia.

El control de las listas electorales que se presenten en trece autonomías y miles de ayuntamientos va a estar en manos de la Ejecutiva Federal. Así de rotundo es el poder que va a tener Pedro Sánchez a partir de ahora. Y desde el centralismo madrileño de la calle Ferraz, si algún dirigente territorial se pone enfrente, le hará saltar por los aires recurriendo a la militancia, que para eso se van a instalar los “referendum” internos dispuestos a votar casi cualquier cosa. Todo el poder para el partido, pero sin el partido. Esa es la clave del presidencialismo que invade la esfera política en todo el mundo.

Realizado el cambio en la estructura de poder interno del PSOE a Sánchez le quedará lo más difícil, ganar. Si no consigue llegar a La Moncloa y formar gobierno - en solitario o en unión de Ciudadanos, que es quién le disputa una parte del espacio de centro pero con el que no tendría más remedio que pactar salvo que sucediese un milagro y el PSOE lograra una mayoría absoluta en las urnas - todo el andamiaje que ha preparado en estos meses se vendría abajo.

A partir de ahora ningún Secretario General podrá estar en el cargo más de doce años, lo que equivale que puede “aspirar” a sufrir dos derrotas en las urnas antes de ceder su sitio a otro candidato. Siempre que no se produzca otro golpe de mano durante ese tiempo y vuelvan a cambiar las normas. La falsa democracia que impera en todos los partidos, en todos, basada en la “consulta a las bases” ya tiene otro estupendo ejemplo para los libros de historia.

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