¿Cómo fabricar un milagro en jueves y sin Berlanga?
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¿Cómo fabricar un milagro en jueves y sin Berlanga?

jueves 21 de diciembre de 2017, 05:46h

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Si les preguntamos - a cualquiera de los siete líderes que encabezan las formaciones que van a sentarse en el Parlament gracias a los votos que van a llenar las urnas en las cuatro provincias catalanas - por Luís García Berlanga lo más seguro es que alaben su cine, afirmen con enorme convicción que es uno de los grandes retratistas de la España de Franco, y que su pequeña saga de “La escopeta nacional” junto a “Bienvenido Mister Marshall” son los mejores ejemplos de cómo se han movido las autoridades de este país en cuarenta años.

Dudo que se acuerden o sepan que hace sesenta años el director valenciano rodó su gran fracaso al intentar trasladar una crisis empresarial en un pequeño pueblo a un milagro ficticio, un embuste con tonto incluido que buscaba salvar los dineros de los ricos del lugar haciendo creer a sus conciudadanos de que San Dimas, el buen ladrón, se había aparecido en carne y hueso para sanar a todo aquel que probara las aguas del balneario.

La película, titulada “Los jueves, milagro” recaudó nueve mil pesetas de la época y debemos al entrañable crítico Manuel Hidalgo la verdad del rodaje y de las censuras, cortes y cambios que sufrió por aquello de que la Iglesia de la época, muy incluida por el Opus Dei, no podía permitir que los milagros fueran puestos en tela de juicio. Así, del fraude del pequeño grupo de conspiradores de pueblo, se pasó a los milagros de verdad, con santo incluido.

Desgraciadamente don Luís se murió y no podrá tomar lo que va a pasar este jueves en Cataluña como base para una de sus sátiras sociales. El reto queda ahí para alguno de sus discípulos empezando por Emilio Martínez Lazaro, que ya tiene un buen camino andado para buscar el lado cómico de las disputas independentistas tras su estreno de “Ocho apellidos catalanes” apenas dos meses después de las anteriores elecciones catalanas en 2015.

En este 21 de diciembre, en cuyo santoral aparece un obispo, tres confesores y seis mártires, todos los que van a participar el la contienda piensan y hasta sueñan con un milagro: Puigdemont desde Bruselas en ganar y poder seguir siendo presidente, un poco como Papa Luna en el destierro y al igual que aquel lo más probable es que se quede sin mitra y sin báculo; Junqueras desde la cárcel sueña con lograr la victoria en escaños para mantener su martirologio, que por algo se declara ferviente católico.

Arrimadas, que es como un Juan Bautista en mujer, quiere ganar a todos, aunque no gobierne, para predicar la buena nueva: la próxima victoria de Albert Rivera en los futuros comicios generales y su llegada al Olimpo de La Moncloa; Iceta,que ya probó las mieles del Coliseo madrileño, se dispone, pese a que no le guste el papel, a interpretar a Poncio Pilato, lavándose las manos y mirando para otro lado para no tener que apoyar a la candidata de Ciudadanos.

Domenech es un producto del Sanedrín que han formado Iglesias y Colau y predica, al igual que Riera desde más a su izquierda, sobre los males que pueden llover sobre Cataluña en caso de que ganen los malignos, que por supuesto son el resto de formaciones. Ninguno de los dos aspira a ganar pero cada uno por su lado van a intentar convertirse en las estrellas de la fiesta y si tienen que representar el papel del centurión Longino a buen seguro que clavarían sus respectivas lanzas en los costados de sus adversarios.

Y, por último, Albiol, podría ser Trajano senior, quien en nombre de Diocleciano mantuvo a sangre y fuego el poder de Roma en ese territorio, a cambio, eso sí, de su olvido en la historia con mayúscula. Destruyó una vez Jerusalén y si le hubieran dejado habría repetido la hazaña. Se recuerda a Pilatos, a Longino, a Dimas e incluso al Herodes “bueno”, no al de la matanza de los inocentes, pero del sacrificado, trabajador y espartano Trajano senior ni media línea. Una injusticia que puede repetirse.

Milagros para todos y embustes para justificar las derrotas, que en eso la política de hoy no tiene nada que envidiar a la de hace dos mil años, y lo vamos a comprobar desde la misma noche del jueves.

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