Las vacaciones políticas de la izquierda española
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Las vacaciones políticas de la izquierda española

miércoles 03 de enero de 2018, 06:02h

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Desaparecidos desde el 21D, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han dejado huérfanos de respuestas a los millones de votantes que confían en las siglas del PSOE y de Podemos. La crisis catalana ha afectado a sus cuerdas bucales y a su probada capacidad para opinar y debatir sobre cualquier tema. Derrotadas sus opciones en las importantes elecciones autonómicas, más en el segundo de los partidos que en el primero, ante los ciudadanos dan la impresión de que, aprovechando la Navidad, el Año Nuevo y los Reyes, se han marchado de vacaciones.

Ellos y los que les siguen más de cerca y entre los que destacan los Comunes de Colau y el resto de confluencias, la CUP y todas aquellas formaciones que en el resto de España pueden compartir el anarquismo libertario de los Jordis, los dirigentes de la ANC y Omnium.

Ciudadanos se ha convertido en el ganador en votos y en escaños en Cataluña pero también en el vencedor en el discurso político, antes, durante y después de las votaciones. Ines Arrimadas y Albert Rivera acaparan titulares y declaraciones y nada más empezar 2018 no han dudado en “apuntarse” la mejora de las condiciones fiscales y sociales para los trabajadores autónomos, una mejora que no lo es tanto si se miran con detenimiento las normas que se han puesto en marcha con la entrada del año, pero esa es la letra pequeña de la Ley.

Lo que cuenta es la “venta” de los cambios que introduce, algo en lo que Ciudadanos cuenta con el total respaldo del gobierno del PP. Las dos caras de la derecha española, la liberal y la conservadora, unidas frente a la abstención ideológica y programática de una izquierda que tiene la desunión en su interior y apenas es capaz de buscar puntos en común sobre los que ofrecer una auténtica alternativa al conjunto de la sociedad. Una izquierda que, desde los partidos y desde los sindicatos no ha sabido responder y mucho menos criticar la reforma y que está atrapada en una telaraña soberanista que la rompe el discurso a nivel nacional.

En este inicio de 2018, con las fechas de toma de posesión en el Parlament y las posteriores de negociación de candidatos a la presidencia y votaciones de investidura, la vida política va a seguir centrada en Cataluña y en las posibilidades que tienen Puigdemont y Junqueras - con sus aliados obligados de la CUP - de reeditar el antiguo gobierno y los antiguos planes del soberanismo. Puede que el proceso se alargue hasta mayo y que durante estos próximos meses el presidente de Cataluña siga siendo Mariano Rajoy.

Es una situación extraña que casi nadie imaginó y que si favorece a alguien es al inquilino de La Moncloa y a su partido, en primer lugar, y a Ciudadanos y a su líder en segundo. A quién no favorece en ningún caso es a la izquierda en general y al PSOE y a Podemos en particular. Tampoco a la izquierda catalana, condenada a apoyar a la burguesía independentista que late tanto dentro de Junts pel Cataluñas como de ERC.

Hay vida más allá de Cataluña y más les vale a los socialistas y a las confluencias entre Podemos e IU ponerse a debatir y pensar en lo que quieren hacer durante este 2018, más allá de la confección de las listas electorales para el año siguiente, si quieren ser alternativa a los gobiernos de la derecha y no simples compañeros de bancada parlamentaria desde la oposición. Si el PP baja por la presión de Ciudadanos, pero se mantiene por encima de los cien diputados, lo cual es muy probable, y la formación de Rivera llega a los sesenta o setenta escaños, la gobernabilidad desde las tesis liberales estará asegurada y tan sólo quedará por saber quién es el presidente y hasta qué punto el líder de la fuerza naranja será capaz de mantener su no a Mariano Rajoy.

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