Felipe, el mejor ejemplo para Pedro Sánchez
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Felipe, el mejor ejemplo para Pedro Sánchez

jueves 01 de junio de 2017, 15:34h

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El evidente enfado de Felipe González por el retorno de Pedro Sánchez a la secretaria general del PSOE no tiene sentido y obedece, sin duda, a la pérdida de memoria por parte del que fuera durante cuarenta años la figura emblemática del socialismo español. El renacido secretario general no ha hecho otra cosa que copiar punto por punto todo lo que hizo su compañero de partido para controlar la organización y cambiarla de arriba a abajo, desde las señas de identidad históricas a la estructura interna.

Si se revisa el video del Congreso Extraordinario del 28 de septiembre de 1979 se ve como Felipe González, Alfonso Guerra y la plana mayor del PSOE levantan el puño mientras suena y cantan La Internacional. Exactamente lo mismo que han hecho Pedro Sánchez y los suyos el 2o de mayo de 2017. González se olvidó muy pronto del himno y ya se había olvidado del marxismo desde su dimisión como secretario general cuatro meses antes. Sánchez ha hecho el camino inverso: ha recuperado el himno y el puño en alto siete meses después de su dimisión. Caminos de ida y vuelta para contentar a la militancia.

Los objetivos iniciales de los dos líderes son los mismos pese a que apuntan hacia extremos distintos. Felipe tenía que llevar al PSOE hacia el centro político para ganar las elecciones rompiendo a la UCD de Suárez. Lo consiguió y tres años más tarde ganaba en las urnas por mayoría absoluta. Pedro tiene que llevar al PSOE de hoy hacia la izquierda para romper a Podemos, recuperar varios millones de votos y, por lo menos, sesenta escaños, que es la única forma de aspirar a sentarse en La Moncloa aunque sea con ayudas externas.

Lo tenía más fácil el político sevillano que su colega madrileño, y estaba más débil Suárez que Rajoy pero si al entonces líder de la UCD le "hicieron la cama" los suyos y el poder económico, puede que ahora estemos asistiendo a un intento de lo mismo pero de forma menos descarada. Los tiempos cambian pero las zancadillas son las mismas, al igual que los autores, que se han cambiado la caras para no despertar sospechas.

Decía Alfonso Guerra en aquellos primeros años 80 del siglo pasado que a "España no la iba a reconocer ni la madre que la parió", lo cual se ha cumplido en parte a estas alturas del siglo XXI; pero a quien ya no lo conocen es al Partido Socialista Obrero Español. El golpe de gracia se lo quiso dar González en 1992 con la apertura del partido a la sociedad y la elección abierta de candidatos. Era demasiado y ni siquiera pudo dejar a Narcís Serra en La Moncloa acompañado de José Bono en la vicepresidencia tras los Juegos Olímpicos de Barcelona.No estaba la economía para muchos trotes y hasta Juan Carlos I le convenció para que siguiera.

Hoy, las estructuras del PSOE vuelven a crujir ante los deseos de Sánchez de cambiar todo para hacer a la organización más centralizada y más presidencialista. Por de pronto se ha asegurado la mayoría en el Congreso Federal y ha metido el miedo en el cuerpo a todos los barones que le "mataron", incluida Susana Díaz. Si en 1979 José Federico de Carvajal dirigió la Gestora casi a regañadientes, lo mismo ha hecho en estos siete meses Javier Fernández, ninguno de los dos con apetencias sucesorias y menos de liderazgo. En aquel tiempo hubo un Tierno Galván que se "arrugó" y ahora tenemos a una Díaz que ha hecho lo mismo. El "viejo profesor" consiguió ser alcalde de Madrid y la "sultana" quiere mantenerse con presidenta de Andalucía. Los sillones tienen eso, que provocan dependencia.

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